Todos sabemos que Poppy se fue a ultramar tras la velada en casa de el Sirio. Fue al sol y al verano, fue a encontrarse a sí misma. Allí aprendió a ver las cosas desde más arriba y a descubir nuevas perspectivas. Mantuvo el contacto con varios de los madrileños, y supo así que casi toda la pandilla había ido de viaje de veraneo a la playa: Don Dionisio, el Sirio, Rizo, Don Roger y hasta Doña Margarita. Pero a la vuelta, no sólo la propia Poppy había cambiado, sino que en Madrid bastantes cosas eran distintas también.
Varias de ellas para bien, el grupo de amigos parecía haber aumentado satisfactoriamente: doña Agnes, el Magno y Don Paolo pasaban más tiempo del que solían con ellos. Resultó que el primero era bailarín profesional, y su especialidad eran los bailes de salón, con lo que les organizaba veladas entrañables en las que les enseñaba algunos pasos y dirigía las competiciones amistosas entre ellos (sin participar él nunca, puesto que los habría sobrepasado con creces). Y Don Paolo, hijo de artista, se dedicaba a la fotografía, y gracias a ello todos recibían con cierta regularidad en su buzón los momentos inmortalizados. Por otro lado, Doña Margarita comenzaba a dejarse ver menos por allí...
Habían dejado de ser todos universitarios recién llegados para pasar a defenderse mejor en sus respectivos mundos. Sin embargo, siempre había alguien perdido, aunque fuera momentáneamente. Poppy no podía evitar ver la desesperación que la estuvo acechando durante el año anterior en los ojos de el Sirio. Aunque quizás sólo fueran imaginaciones suyas... El mundo se hacía cada vez más grande, y ahora tenían acceso a lugares que antes no habrían imaginado. Lo llamaban crecer, aquellos días. Y cada uno lo hacía como bien podía; en ocasiones algún batacazo era necesario: se ponían de nuevo los pies en la tierra y se amenizaba la magulladura del desengaño entre amigos.
Aquel otoño y aquel invierno de 1952 fueron intensos y rápidos. Y se sucedieron grandes veladas. Memorable fue el cumpleaños de Don Roger; al que fueron todos convidados a un bar muy informal. ¡Qué distinto era de los sitios, como "Chicote", que solían frecuentar! Allí Poppy conoció algo más a Don Paolo, y confirmó aquello de que tenía algo, aunque tardó mucho en decirle que casi perdió su avión de vuelta de "North Carolina" por uno de los telegramas veraniegos.
Les dio a todos en esos días un no-sé-qué con la gastronomía, y se aficionaron a preparar platos. En el propio cumpleaños de Don Roger, Poppy llevó un postre al estilo americano; y aprovechando el aniversario de Don Dionisio, y sin dejar que el servicio doméstico se entrometiera lo más mínimo, se organizaron todos para preparar una receta que le había recomendado a Don Paolo su hermana, la cuál vivía al otro lado del charco por aquel entonces.
Mas la mejor anécdota culinaria fue la del paquete de curry. Asistieron todos, (gracias a los contactos de Don Dionisio en el consulado irlandés) a una cena organizada por el vicecónsul, en la que para clausurar la velada -y a modo de sobremesa- se organizó un concurso entre los asistentes. Mr. Brendan, el cuñado del vicecónsul, era el encargado de leer unas tarjetitas con preguntas, y al finalizar la noche, el grupo con mayor número de aciertos ganaría la cesta, mientras que el perdedor recibiría un paquete de curry (siendo extremadamente difícil conseguir curry en Madrid por alquel entonces). Así pues, de esta manera consiguió el grupo el dichoso paquete de curry.
Rizo los invitó a todos a su casa a disfrutar del premio.
-¿Cómo se cocina esto?- Preguntó Don Roger al llegar.
- Ah, yo no sé.- Le respondió el Sirio desde el butacón del salón levantando las manos.
-Bueno, calma calma... digo yo que habrá instrucciones.- Intervino Poppy que justo se adentraba en el salón seguida de Don Paolo.
-¡Ya estamos en ello!- Se oyó desde la cocina.
-¡Oh! ¿Habéis empezado sin nosotros, Dionisio?- Preguntó Don Paolo alzando la voz.
-Va a ser pan comido, ¡dejad los abrigos en el recibidor y venid!- Dijo Rizo desde la cocina también.
Poppy se sentó en el salón acompañando a Don Roger y a el Sirio los cuáles esperaban la llegada de Doña Margarita, y de Azahar, la prometida de Don Dionisio, que no tardarían en llegar. Efectivamente, minutos después sonó el timbre del portal, y entraron las dos.
Decidieron poner la mesa y esperar a que el resto del equipo acabara de cocinar el curry. Y por fin, tras un periódo de tiempo que les parecieron horas, salieron de la cocina dándose muchos aires Don Dionisio, Rizo y Don Paolo sacando los platos ya servidos siguiendo el orden que indicaba el protocolo.
-¡Qué bien huele!-
-¡Menudo festín oriental!-
-Pues yo nunca lo he probado, ¿cómo es?-
-Ahora verás...-
-Bueno, yo quiero proponer un brindis por...-
-¿En serio? ¿¡Hoy también!?-
-Déjalo, si a todos nos encanta que brindemos siempre por algo...-
-Ah, no. Si no queréis, no brindamos y ya está.-
-Yo si quiero, ¡venga!-
Reían todos, y tras estrellar las copas unas contra otras mirándose a los ojos y apoyándolas en el mantel tomaron todos las cucharas y se hizo silencio.
Tras unos instantes comenzó una risa nerviosa a extenderse por la mesa. Poppy no podía más y miraba a Doña Margarita con complicidad, algunos como Don Roger y el Sirio miraban al plato fijamente tratando de disimular la risa.
-Caramba... -dijo Don Dionisio al fin- es... curioso-
-Sí, cuanto menos. Yo no lo recordaba... así- prosiguió Don Paolo.
Azahar estalló en una de sus carcajadas características que resonó por todo el salón y fue el pistoletazo de salida para todos los demás: no podían parar de reír.
-¡Es como pasta pasada!- confesó Don Roger al fin.
-¿Pero cuánto tiempo había que hacerlo?-
-¡jajajaja es... es como.... jajajajaja!-
Trajo Rizo el paquete vacío a la mesa y todos lo examinaron.
-Está en inglés.... ¿Cuánto dice que había que ponerlo al fuego?-
-Como era mucha cantidad... pone cincuenta.-
-A ver, déjame ver...- Dijo Poppy, y Doña Margarita y ella leyeron el paquete.
-¡No pone cincuenta! ¡¡Pone quince!!-
-¿Ves, Dionisio? ¡Te lo advertí! ¡Que era mucho!-
-¡Qué vas a haberme dicho, Paolo! ¡Si estabas tan entusiasmado como yo!-
-Sí, pero ya me parecía raro a mí eso de...-
-Bueno, bueno, haya paz.-Interrumpió Poppy.
-Esto está incomible- Añadió Doña Margarita mirando la masa informe ocre de su plato.
-Oh, pero yo me he reído mucho...- Decía Rizo. -Sacaré algo de la alacena, no os preocupéis.-
Terminaron comiendo una ensalada de atún espinacas y uvas pasas. Pero el incidente del curry les sacaría siempre una sonrisa al recordarlo.
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