martes, 29 de julio de 2014

Ya basta

¿Nunca te enseñaron en el colegio a no discriminar? A mí sí, pero creo que al señor Mas y a otros tantos que andan sueltos destruyendo mi sociedad y mi país, no.

Yo entiendo que haya que preservar la cultura, cuidar las tradiciones, lo propio, aquello que nos enorgullece y que nos enternece. Yo soy la primera que lloro al escuchar unas habaneras, y que, al oír hablar a alguien en catalán siento como si estuviera en casa.

Sin embargo, llega un momento en el cual, el nacionalismo pasa a convertirse en un nazi-onalismo. Sí, quizá piensen ustedes que exagero, pero en el momento en que se deja muy claro que “tú no eres de aquí” y “tú nunca serás de aquí” se está discriminando, se está negando un sentimiento y además, se está empobreciendo una sociedad. ¿Qué será lo siguiente, cosernos la estrella de David en el hombro como si estuvieramos en 1933? Porque ya han traspasado ustedes la delgada línea entre ensalzar su cultura y denigrar a aquel al que consideran extraneus. ¿No ven ustedes la fuga de intelectuales catalanes que se está dando? ¡Se marchan! ¡Por ser tan estrechos de miras pierden ustedes a una parte importantísima de su sociedad! Aunque si sólo les interesa la economía también pueden ustedes mirar cuantas empresas están cambiando su domicio social a otras partes de la península...

¿Qué quieren ustedes? ¿Autonomía? ¿Otro tipo de financiación? ¿Independencia? ¿Acaso no se dan cuenta ustedes de que sus políticos les mienten? ¿No entienden que cuando les dicen que ¡Madrid ens roba!” son ellos los que abren las arcas de Cataluña y roban a manos llenas sin ningún tipo de pudor? Sólo espero que recuerden que papá-Estado no es aquello que les venden sus políticos, sino que es la base que impide que ustedes caigan: no es viable la independencia (y sus políticos lo saben). Y como comprenderán no creo que tengan ningún derecho a explotar de forma privilegiada los recursos del Estado como si fueran los únicos contribuyentes de este país.

Supongo que es difícil mantener la cabeza fría cuando desde el colegio te enseñan que la Guerra de Independencia (1808) se llama la Guerra del Francés; y me imagino también que es difícil no dejarse llevar por unos cuantos, que hacen mucho ruido, que prometen un futuro mejor y achacan la situación actual al Gobierno Central. ¡Qué provinciano! ¡Qué sensacionalista! ¡Qué vergüenza!

Por primera vez en veintiún años que llevo viniendo a Barcelona he sentido vergüenza. Vergüenza ajena por este adoctrinamiento arraigado y vergüenza propia por haberme sentido en algún momento parte de esta cultura. He llegado a sentir repulsión hacia un sitio que yo consideraba mi segundo hogar. Enhorabuena, han conseguido que en mi propia tierra, allá de donde proviene mi sangre, me sienta extranjera. Ya basta.