miércoles, 11 de mayo de 2011

Han vuelto las vespas

Anda por la Castellana. Un día de sol, viento y calor. La pequeñez de la persona, la enormidad del mundo, el vértigo al pensar en el futuro: a corto, medio, largo... y muy largo plazo, las golondrinas que han vuelto, lo mucho que le gustaría verlo, la broma meteorológica... sus paseos por la Castellana.

No es toda la calle, sólo el bulevar. Pero no todo el bulevar, desde Nuevos Ministerios hasta Gregorio Marañón. Desde el gobierno al doctor. Sol, brisa y calor. No es junio, pero tiene esa sonrisa de verano, tampoco es diciembre, pero es la ilusión de las navidades. Semáforo.

Como dos pequeños confidentes, ambos dos en sus oídos y susurran pequeñas delicias que completan: brisa, calor, sol y música. Salta disimuladamente por las baldosas de colores, cruza por los pasos de cebra pisando sólo la parte blanca; al principio sólo mece la cabeza suavemente al son del secreto, pero luego baila sin remedio en medio de la calle. Semáforo. Allí están:

Una, dos.. cuatro y cinco vespas.
Todas iguales, como en uniforme de colegio.
Roja, azul, morada, naranja y verde.
Todas a la vez dan la vuelta a la fuente.
Y sus motoristas parecen extraordinarios,
con sus vestidos, bermudas, gafas de sol y faldas de cuadros.

Y pasan de largo...

Pero dejan clara una cosa: no es casualidad que escuchara esa canción, ni que hiciera buena brisa, solecito, y calor... todo indica que las vespas han vuelto, como todos los años por primavera. Y mientras tanto, el semáforo se ha puesto en verde.

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