lunes, 1 de septiembre de 2014

Guardo sólo lo que yo quiero

Yo iba en un tren sin maquinista,
mi barco irremediablemente se me hundía
y los mandos de mi avión estaban rotos.
 
¿Dónde están los días que no llegan?
 
Caminaba descalza por gravilla, y mis pasos lloraban silencios de meses y meses. Entendí el vacío del espacio, y rellenasteis lo restante con explicaciones. Nadie y todos tienen culpa: c'est la vie.
 
¿Dónde está la calma que pedía al principio del principio?
 
Corría ladera abajo sin control, y un manto azul y siete estrellas me miraban caprichosos. ¿Volveremos a encontrarnos algún día? En un pedazo de cuero guardo sólo lo que yo quiero. No sabemos dónde estamos, pero no importa porque no paramos de movernos; quizá cuando me detenga a respirar consulte el mapa, pero por ahora queda aire en mis pulmones: P A R A  G R I T A R lo que me apetezca.
 
¿Dónde guardas el apetito de mundo?
 
No sé hacia donde voy, ni hacia donde vas, ni hacia donde vais... pero espero veros por el camino. La vida nos depara muchas cosas: más de cuatro soles y menos de cien mil heridas. Y lo que tenga que ser será, siendo imposible saber si le era posible ser otra cosa.
 
Abrochaos el cinturón, porque he tomado el mando en la locomotora; ayudadme a achicar el agua en este bote, y recordad cómo se abre un paracaídas.

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