¿Qué le ocurre a Don Quijote? ¿Qué le pasa al caballero? Una lágrima se resbala por su mejilla arrugada y cae en la armadura oxidada. Ve cómo miran el herrero, el panadero y el comendador, cómo se ríen de él Dulcinea, las lavanderas y al apicultor.
Corazón forjado a golpes de nobleza, ¿Qué hará Don Quijote para remediarlo? ¿Hay, pues, alguien que pueda cambiarse a su antojo? La carne es la carne, y cada uno tiene su color, su textura, su olor... y al bueno de Don Quijote le ha tocado ser así. Si no, no sería Don Quijote.
Sonríe enternecido cuando el hijo de la tornera le roba los reales, "¡Déjalo Sancho! no es más que un chiquillo..." ¿Qué hará el caballero para remediarlo? No es cuestión de edad, pues por sus barbas felices sabemos que está entrado en años. Y tampoco educación.
Dulce pasea él por la Mancha. Ignorando la composición del resto de corazones: carbón, cartón o hiel... "Míralos, Sancho, son personas: damas, chiquillos y hombres, como yo" ¡Ay, Quijote! Olvidas que no son damas, son mujeres; que no son chiquillos como los ves con tus ojos, son pícaros; y que no son hombres como tú... son bastardos. Irá buscando el bien de los demás sin guardar por su pobre persona, y en el momento en que Sancho ya no esté... no habrá justicia para Quijote, nadie que luche por él.
Quizá algún lector se apiade: "Fíjate, por ahí se aleja la figura de Don Quijote, el loco más noble que el mundo tuvo jamás".
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