martes, 14 de octubre de 2014

Buenos días

Había distintas maneras de despertar, y a Julio le encantaba ser consciente de ello. No era lo mismo abrir los ojos desde la litera de su cuarto y ver la alfombra roja de Turquía, que hacerlo en una tienda de campaña, arrebujado en el microclima calentito de su saco de dormir.

La mayoría de las personas no se paraba a pensar en aquellos detalles, pero Julio se fijaba en todo: ¿Qué tal había dormido? ¿Qué había soñado? ¿Cuál había sido su primer pensamiento ese día? ¿Dónde se había despertado? ¿Era un sitio conocido? ¿Había alguien más allí? ¿A qué olía? ¿café? ¿croissants? ¿Se oía algo?...

Tampoco hacía falta perder toda la mañana con aquellas preguntas, simplemente se había convertido en algo automático y sencillo. Uno de esos placeres tontos e inconfesables que tenemos todos.

-Buenos días, Julio. ¿Por qué sonríes?-
-Nada, es que he dormido muy bien esta noche.-