Qué curioso, nunca pensé que los gustos cambiaran de forma tan radical. Bueno, tampoco es cierto: antes no te gustaba el Cola-Cao, y mírate ahora, te vas a destrozar el hígado.
Me refiero más bien a que hay muchos tipos de cambios. Los hay paulatinos, esos que poco a poco se van asentando en nuestras vidas y un buen día... ¡zas! esto antes no era así. También los hay radicales, que sin previo aviso nos hacen cruzar un abismo infinito y situarnos en el polo opuesto. Y por supuesto, los hay que están a medio camino entre ambos.
Pero mis favoritos son aquellos que entrañan una creación, esos caracterizados por pasar de la inexistencia a la existencia, de la nada al... ¿algo? Son bonitos, suponen un desafío, nos hacen mojarnos y decantarnos, y vivir aventuras. ¿Qué haces con lo nuevo? ¿Cómo lo compaginas con todo lo anterior? Y aunque no se lo suelo comentar a mucha gente, te confesaré que también me gusta acostumbrarme al cambio y volver la vista atrás para sentirlo como nuevo. Es la misma sensación que tengo cuando releo mis libros preferidos: ya sé lo que va a pasar, y desde la experiencia disfruto con calma (y con cierto masoquismo) las cosas que ya han pasado, que van a pasar.
Y lo mismo hago con vuestra historia. Me gusta volver a la noche de verano en que planteasteis la inmortalidad, me gusta volver a ver la duda divertida en unos ojos somnolientos, pero emocionados; me gusta unir todo eso con las flores que nacen en mayo cuando muere el teatro. Y me gusta pasar a cámara rápida todos los fotogramas de una película espléndida, para darle a pausa y reproducir más despacio una serie de escenas.
En fin, quería sólo decirte que eso es lo que hago cuando pierdo el tiempo; y aunque sabes que soy eficiente, el tiempo que me sobra me gusta perderlo así.
Me refiero más bien a que hay muchos tipos de cambios. Los hay paulatinos, esos que poco a poco se van asentando en nuestras vidas y un buen día... ¡zas! esto antes no era así. También los hay radicales, que sin previo aviso nos hacen cruzar un abismo infinito y situarnos en el polo opuesto. Y por supuesto, los hay que están a medio camino entre ambos.
Pero mis favoritos son aquellos que entrañan una creación, esos caracterizados por pasar de la inexistencia a la existencia, de la nada al... ¿algo? Son bonitos, suponen un desafío, nos hacen mojarnos y decantarnos, y vivir aventuras. ¿Qué haces con lo nuevo? ¿Cómo lo compaginas con todo lo anterior? Y aunque no se lo suelo comentar a mucha gente, te confesaré que también me gusta acostumbrarme al cambio y volver la vista atrás para sentirlo como nuevo. Es la misma sensación que tengo cuando releo mis libros preferidos: ya sé lo que va a pasar, y desde la experiencia disfruto con calma (y con cierto masoquismo) las cosas que ya han pasado, que van a pasar.
Y lo mismo hago con vuestra historia. Me gusta volver a la noche de verano en que planteasteis la inmortalidad, me gusta volver a ver la duda divertida en unos ojos somnolientos, pero emocionados; me gusta unir todo eso con las flores que nacen en mayo cuando muere el teatro. Y me gusta pasar a cámara rápida todos los fotogramas de una película espléndida, para darle a pausa y reproducir más despacio una serie de escenas.
En fin, quería sólo decirte que eso es lo que hago cuando pierdo el tiempo; y aunque sabes que soy eficiente, el tiempo que me sobra me gusta perderlo así.