Fue un verano muy extraño. Fue un verano de grandes expectativas cariñosas. Tenía ganas de pasar mucho tiempo con ellos, de pasar todo el tiempo del mundo riendo y disfrutando juntos. Quería visitar casas de indianos, bailar con "Buena Vista Social Club" y hartarnos del arroz y de maduro... y hacer todo eso juntos. Teníamos pendiente bañarnos en el mar y bailar joticas aragonesas por las calles empedradas de la Habana. Teníamos muchas cosas pendientes, y las seguimos teniendo. Y casi lo sentí más por todos vosotros, que lo necesitábais, que os lo habíais ganado, y porque al fin y al cabo, yo soy de buen conformar...
Pero en vez de hacer todo eso, volvimos al refugio en el mar. Ví cómo se íban los barcos uno tras otro a distintos lugares del globo mientras yo me quedaba en tierra firme. Eché de menos a los tripulantes de todos aquellos barcos mientras le daba la mano al hilo del que cuelgan los latidos del porvenir. Pensé en todas las cosas que no había hecho, y las que aparecían ahora pidiéndome atención mientras me alegraba en el fondo de no haberme marchado, y de haber estado donde tenía que estar en el momento preciso.