Ya ha anochecido y las farolas sólo iluminan la mitad de las siluetas de las cosas, el cielo está de un azul calmado y los balaustres de casa vigilan toda la calle desde lo alto.
Yo estoy dentro, espero. Espero muchas cosas. Demasiadas. Pero al menos espero con esa ilusión tonta que hace que resulte agradable la espera, incluso aunque acabe siendo infinita. Eso, una espera infinita. Un ocho tumbado... de tristeza, de felicidad. Ambas ahogan el pecho, pero de igual forma nos recuerdan que estamos vivos.
Ahora el cielo parece una masa densa, está todo tan oscuro que por la ventana sólo veo mi propio reflejo. Si no os importa, me marcho, ya no tengo nada más que escribir... no transmitiría nada. Voy a bailar en mi salón, porque así sí será como sacar todo lo de dentro y estaré como nueva para cuando llegueis.
bailar siempre ayuda...sé feliz
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