martes, 12 de noviembre de 2013

Como si fuera para mí

Pegué un bote en la cama y me apretujé contra el teléfono en cuanto oí tu voz:
-¡Hola!
Era sólo un "hola", pero dicho en un todo muy agudo y cantarín. Hacías el tonto y a mí me hacías reír aunque no quisiera.
-Tengo noticias.- añadiste.

Me contaste que por fín lo habías encontrado: era la siguiente pista en tu camino hacia el futuro. Era un cordelito de lana que había que seguir, y aunque tú intentabas quitarle hierro al asunto, yo sabía que era justo lo que necesitabas. 

Ese sitio tenía tu nombre y tus apellidos como carta de presentación, pero en el fondo ¿Qué más daba cómo fuera en realidad ese proyecto? Lo importante era que te daría esperanza, te demostraría que había mil sendas maravillosas ahí fuera que te estaban esperando, te insuflaría el aire renovador de las ilusiones. Y sería el siguiente peldaño en la escalera hacia... bueno, hacia donde quisieras tú.

Me alegré tanto que no sabía cómo hacértelo ver. Parecía que la que se iba  Lausanne era yo, y supongo que eso estaba relacionado con el hecho de que habíamos empezado a ser un mismo ente, sin darnos casi cuenta.

-Es... es... ¡fantástico!- y mi cabeza pensaba en qué te escribiría después, porque en ese momento me embargaba una felicidad explosiva.
-Me están llamando a cenar, amor...-
-Sí, yo igual. Parliamo dopo, caro mio ¡ciao!-

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