Otra vez íbamos mezclando jerseys y sandalias. Ya llegaba el frescor, y el crujido de las hojas ya me lo imaginaba yo (porque cuando uno miraba las acacias de la Castellana, veía las copas todavía verdes). Nunca me había ilusionado tanto un "otroño". Siempre sentía unas ganas inmensas de remolonear, de seguir en la cama del verano. Pero viendo la tristeza que había traído consigo el verano anterior, y sobre todo, teniendo en cuenta la cantidad de proyectos jugosos y apetecibles que se encontraban a la vuelta de la esquina...
¡Ay! ¡Frío, llega ya de una vez! Que me apetece pasear entre charcos, enrollarme la bufanda y cerrarme el abrigo. Quiero ir al teatro calentito mientras imagino la lluvia y el mal tiempo que debe de hacer fuera. ¡¡Y quiero sabotear la hibernación inminente!! ¡¡¡A trabajar se ha dicho!!!
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