Cuando maté a mi personaje no pude más que sentarme en la butaca y llorar.
Era como un hijo para mí: yo le había dado el ser, había escogido sus rasgos y su forma de vivir, había crecido conmigo y había sido como un compañero para mí... y ya no estaba.
Ya no estaba... le había despojado de la chispa que le hacía sonreír y luchar en mi historia; y ahora no podía soportar la idea de que se hubiera ido para siempre. Suena extraño, porque un autor decide qué ocurre con sus personajes, cuando aparecen y cuando se marchan... pero yo no me regía por esa regla.
La inspiración me llegaba todos los días a las 7,15 de la tarde. En la ducha. Quedábamos allí ella y yo para avanzar la historia. Si por algún casual yo llegaba tarde al baño, la inspiración ni se dignaba a saludar; era un día perdido. Y así, durante dos años mi personaje creció, definido por el eco de la alcachofa.
Hasta que un día las tuberías me contaron que mi personaje debía morir. Hacía un tiempo que ya lo sabía, pero me negaba a asumirlo; todavía era jóven y había puesto muchas esperanzas en él. Mi amigo de agua no se podía ir así como así, por lo que me rebelé y por varios meses me negué a escribir...
Por eso, cuando tomé el bolígrafo para enfrentarme a la desagradable cuestión que debía resolver había perdido tanta práctica que su muerte estuvo mal narrada. Repetí el pasaje una decena de veces hasta que lo dí por bueno... y entonces se me vino el mundo encima.
Imitando al corazón de mi personaje, el mío propio dejó de palpitar unos instantes; para luego volver desvocado. Sentí cómo el pecho se desgarraba con la pérdida, cómo me costaba respirar y cómo dolía el entrecejo de apretar los ojos para que no salieran más lágrimas. Estaba yo sólo, ahí en el sillón duro, llorando la ausencia de mi amigo... y todo porque unas dichosas cañerías me lo habían dicho.
Y lo único que pude hacer para defenderme de aquel dolor y aquella añoranza fue infundirles la misma pena que me carcomía al resto de personajes que echarían de menos a su compañero.
no sé por qué lo he relacionado con la "muerte" del colegio. Todo se termina y eres tú quien narra el final. Maravillosos encuentros en la ducha con la musa loveit!
ResponderEliminarjajajaja!! en verdad que me tengo que cargar a uno de mis personajes(aún no lo he hecho)... si la acabo, te dejaré leer la historia :)
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