lunes, 27 de junio de 2011

Alegría desestabilizadora

Estaba perdiendo el sentido del día y de la noche, estaba empezando a escuchar canciones empalagosas a todas horas y a ponerse las camisetas del revés de lo despistada que estaba.

-Anda, que tampoco es para tanto... Esto no varía mucho tu forma de actuar.- Le decían sus amigos con sorna cuando veían este tipo de despistes.

Pero lo cierto es que antes no le pasaban esas cosas. Quizás era porque el sol había llegado, y con él, la alegría, las ganas de bailar, de reír sin descanso y de ponerse sombreros de paja y gafas de sol.

Una sonrisa mal disimulada aparecía en la plaza cuando el tema de conversación era el avión, y horas y horas pasaba despierta con la almohada como compañía... ¡Pobre Juana! Con la tontería se le pasaban las horas y acababa pasando por sitios "de casualidad" con el corazón a cien por hora esperando que algo magnífico pasara de un momento a otro, mientras se atusaba los rizos color miel.

Y con todo el cansancio de no dormir por los nervios, de llegar tarde a todas partes, de las canciones empalagosas y con todo lo demás, Juana voló alto alto a una montaña a ver los atardeceres en el mar.

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