Vuelve a ser el escenario del Acto I. Todos llevan zapatos de charol nuevamente. A la derecha están Don Pedro, Don Fernando y un tercer caballero. La famosa pareja está al fondo a la izquierda, al lado del gramófono (del que suena música de ambiente). Al fondo y en el centro, hay un mueble bar con un camarero muy elegante. Mr. Jersey aparece en escena por la izquierda, va vestido con una gabardina ocre y una bufanda oscura, deja las prendas en un perchero cerca de los tres caballeros de la derecha.
MR. JERSEY- Buenas, caballeros. Como ven, al final decidí venir.
DON PEDRO, DON FERNANDO Y EL TERCER CABALLERO- Bienvenido, bienvenido.
DON PEDRO- A Mr. Jersey. ¿Complicado el trayecto?
MR. JERSEY- No, sólo hubo una abuelita que no me dejaba pasar en el ascensor. Pero con el ruido de la maquinaria se ha apartado y no he tenido más problemas...
DON FERNANDO- A Don Pedro con mucho interés y sin prestar atención a Mr. Jersey. Y las otras, ¿Cuándo llegan? Dijiste que hablaste con ella, ¿Le contaste que volvía de ultramar?
DON PEDRO- Si, creo que algo mencioné al respecto. No tardarán en llegar, Feo. Descuida. Con satisfacción. Y esta vez está todo mucho más organizado: tengo cosas para enseñar y ¡¡no pienso intentar regalar nada!!
Suena el timbre de la puerta, Don Fernando corre a abrir. Aparecen dos chicas, que no son Doña Clotilde y Doña Flor. Apesadumbrado, Don Fernando les cierra la puerta en las narices.
DON FERNANDO- Pues no eran ellas, y yo no quiero más gente aquí, que esto ya está muy lleno. Mira con aire perdido al su alrededor y repara en el mueblebar y en su camarero. ¿Bebemos?
DON PEDRO- No es mala idea, así vamos creando ambiente. A Mr. Jersey ¿Ud. qué toma, señor...?
MR. JERSEY- Mr. Jersey. Un gintonic, por favor.
DON PEDRO- ¡Ah! Pues como nuestro amigo aquí Don Alessandro. Aunque dice ser un alternativo.
DON ALESSANDRO (TERCER CABALLERO)- Anda Don Pedro, no se burle de mí, que lo profundo tiene muchas facetas y sabe convivir con lo cotidiano y lo vulgar. Tomaré un gintonic también.
Marcha Don Pedro a por las bebidas. Dejando a los tres caballeros en un silencio incómodo.
MR. JERSEY- ¿Y ustedes vienen mucho a estas fiestas?
DON FERNANDO- Soy un habitual,aunque hacía tiempo que no podía asistir por mis viajes de ultramar. Don Alessandro no es tan forofo, sólo desde que volvió de Italia de visitar a su "nonna".
DON ALESSANDRO- ¿Y ud. cómo es que está aquí?
MR. JERSEY- Ya ven, cosas del momento. Estaba con mi prometida cuando apareció Don Pedro y me invitó.
Vuelve Don Pedro acompañado del camarero que lleva las copas. Cada uno coge una para inmediatamente asentir, sonreír e intercambiárselas. Justo en ese instante vuelven a llamar a la puerta. Don Fernando se apresura de nuevo. Son Doña Flor y Doña Clotilde.
DOÑA FLOR- ¡Don Fernando! Con auténtico asombro ¿Qué hace usted aquí? A Doña Clotilde, que está petrificada mirando a Don Fernando. Mira Cloti, ¡es Feo!
DOÑA CLOTILDE- Vaya, qué sorpresa... Don Fernando la besa en la mano.
DON FERNANDO- ¡Qué placer volver a verla, Cloti!. Como en los viejos tiempos, ¿verdad?
DOÑA CLOTILDE- Confusa. Claro, como en los viejos tiempos.
Se acerca Mr. Jersey a las dos recién llegadas, saluda cortésmente a Doña Flor, y ante el asombro de Don Fernando, besa a Doña Clotilde en los labios.
MR. JERSEY- Hola darling, ¿Todo bien?
DOÑA CLOTILDE- Recomponiéndose del shock. Si, claro. Ha sido difícil encontrar los zapatos de charol... ¡hacía tiempo que no los usaba!
DOÑA FLOR- A Don Fernando. ¿Está por aquí Don Pedro? Tengo que saludarle, y comprobar que todo esté en orden esta vez.
DON FERNANDO- Todavía mirando a Doña Clotilde y a Mr. Jersey. Claro, sígame Doña Flor, que la llevo con él.
DOÑA FLOR- Encantada. ¡Ay, qué bien! Pero tutéame anda, Feo.
MR. JERSEY- Cayendo en la cuenta. ¿Feo? ¿Es usted...? Mira a Doña Clotilde, que sonríe forzadamente y calla su discurso artificialmente. Acabo de olvidar lo que iba a decir.
Van Don Fernando y Doña Flor hasta donde están los otros dos caballeros. Quedan Mr. Jersey y Doña Clotilde al lado del mueblebar charlando y tomados de las manos.
DON PEDRO- ¡Doña Flor! Es fantástico verla. Ve que esta vez he preparado todo con primor ¡eh!
DOÑA FLOR- Ríe. No lo dudaba, para nada lo dudaba. Pero quiero inspeccionar el resto de la casa, seguro que se ha olvidado de atar con lazos rojos los espejos...
DON PEDRO- Con aire misterioso. Ahh... ya verá, acompáñeme que se va a llevar una grata sorpresa.
Hacen mutis
DON ALESSANDRO- ¿Y estas quiénes son? Porque parece que aquí todos se conocen de otras veces menos yo...
DON FERNANDO- Le pondré en situación: Don Pedro y Doña Clotilde Señala con la cabeza a Doña Clotilde que sigue hablando con Mr. Jersey son primos lejanos, y Doña Flor -esta señorita que se acaba de ir con Don Pedro- es íntima amiga de Doña Clotilde. Coincidimos hace un tiempo los cuatro en una fiesta, y Don Pedro lleva desde entonces organizando fiestas para ver a Doña Flor, de la que sigue completamente enamorado.
DON ALESSANDRO- ¿Y ud. qué pinta en todo esto?
DON FERNANDO- Yo... Con aire entristecido yo no pinto nada en todo esto. Soy el mejor amigo de Don Pedro... y Doña Clotilde una vez me quiso, o eso creo yo.
DON ALESSANDRO-¡Pero ahora está con el caballero ese! ¿Le duele el asunto este? ¿Cambiamos de tema?
DON FERNANDO- No tanto como me duele lo complicada que es la estructura del diente de león. Estoy trabajando en ello desde hace un tiempo.
Poco a poco, Doña Clotilde se ha ido acercando a los dos caballeros y ha dejado a Mr. Jersey en el mueblebar bebiendo su copa.
DOÑA CLOTILDE- A Don Alessandro. Buenas, creo que no hemos sido presentado.
DON ALESSANDRO- Discúlpeme. Alessandro DiParma, amigo de Don Pedro, llegado desde Roma en un avión esta mañana.
DOÑA CLOTILDE- ¡Oh, qué bien! Me encanta Italia ¿le está gustando la fiesta? Las ha habido mejores, créame. Mirando a Don Fernando.
DON ALESSANDRO- No está nada mal, si señor. Pero en Italia nos gusta añadirle parmesano. Si me disculpan, voy a preguntarle al amable camarero si tiene parmesano. Marcha al fondo.
Se miran Don Fernando y Doña Clotilde, y sonríen apenados.
DOÑA CLOTILDE- ¿Qué pasó, Feo? ¿Por qué no respondiste a los recados que dejé en la centralita?
DON FERNANDO- Verás Cloti, marché a ultramar. Era invierno, hacía frío... Pero te he echado de menos. Mucho. Mirando a Mr. Jersery ¿Cuándo os casais?
DOÑA CLOTILDE- Queda mucho, seis meses. Pero sólo tenemos el pastel.
DON FERNANDO- No te cases, Clo. Es como atarse a un poste y caminar así por la calle. ¡Quédate conmigo! Ya sabes que no te aburrirás.
DOÑA CLOTILDE- Feo, ya te esperé mucho. Doña Flor me echaba la bronca por seguir telefoneándote todos los días. Y me da pena, porque ya sabes que a mí me gustan todas las historias... y la nuestra fue muy bonita. Si al menos hubieras respondido algo...
DON FERNANDO- ¡Pero es que en ultramar no tienen teléfonos! No podía contactar contigo... Piénsalo bien, yo seré tu diversión. Me quieres, y lo sabes; desde el día en que bebimos juntos y te conté mi secreto. Pero ahora prefieres la comodidad del señorito ese...
DOÑA CLOTILDE- No es verdad... bueno, cierto que te eché de menos, y te quise. Pero ya no quiero eso, ya no quiero bohemios, lo sabe bien Doña Flor, pregúntaselo. Tú has sido... has sido "mi Feo". Pero ha llegado el momento de avanzar y de cosechar ruedas dentadas... Lo siento, de verdad.
Mr. Jersey está dado la vuelta mirando al mueblebar y charlando animadamente con Don Alessandro, y Doña Clotilde aprovecha para darle un beso de despedida a Don Fernando. Se miran y sonríen con complicidad.
DON FERNANDO- Llámame cuando te aburras y quieras beber algo distinto.
Vuelve Doña Clotilde con Mr. Jersey y Don Alessandro con Don Fernando.
DON ALESSANDRO- He visto que hablaban mucho. ¿Cómo ha ido? Le veo relajado.
DON FERNANDO- Mirando a Doña Clotilde. Ella me ha olvidado, sé que yo también lo conseguiré... pero no tengo una tarta delante para hacerlo felizmente.
DON ALESSANDRO- Ah... le donne, son tan complicadas. En Italia se rizan las pestañas y no podemos vivir sin ellas. Ya te presentaré algunas.
DON FERNANDO-Ah, pues eso es interesante... Sonríe dejando de mirar a Doña Clotilde. Esta fiesta está un poco apagada, le dejaré una nota a Don Pedro y así podremos irnos a buscar complicaciones a otro lado, ¿Le parece?
DON ALESSANDRO- ¡Por supuesto! Gran idea...
Saca Don Fernando un papel y un bolígrafo de su americana y se dispone a escribir una nota.
Aparecen Don Pedro y Doña Flor por la derecha riendo sin parar.
DOÑA FLOR- ¡Claro que sí! ¡¡Claro que si!! ¡Cloti, Cloti, te dije que lo haría! Ya somos dos, digo cuatro que nos casamos!
DON FERNANDO-A Don Alessandro. A ver si con esto deja de ser una borde.
Doña Clotilde y Mr.Jersey les dan la enhorabuena con mucho entusiasmo. Las dos chicas se abrazan.
DON PEDRO- ¡Conseguido, Feo, conseguido! En cuatro meses me verás atado a un poste, como dices tú.
Don Fernando le da un fuerte abrazo y al despegarse pone cara de asombro.
DON FERNANDO- ¡Espera un momento! ¡Esto quiere decir más fiesta! ¡Habrá que celebrar tu despedida de soltero! Y será por todo lo alto... El señor Parmesano y yo lo organizaremos. ¡Y todos iremos con zapatos de charol!
DON ALESSANDRO- ¿Y ud. cómo es que está aquí?
MR. JERSEY- Ya ven, cosas del momento. Estaba con mi prometida cuando apareció Don Pedro y me invitó.
Vuelve Don Pedro acompañado del camarero que lleva las copas. Cada uno coge una para inmediatamente asentir, sonreír e intercambiárselas. Justo en ese instante vuelven a llamar a la puerta. Don Fernando se apresura de nuevo. Son Doña Flor y Doña Clotilde.
DOÑA FLOR- ¡Don Fernando! Con auténtico asombro ¿Qué hace usted aquí? A Doña Clotilde, que está petrificada mirando a Don Fernando. Mira Cloti, ¡es Feo!
DOÑA CLOTILDE- Vaya, qué sorpresa... Don Fernando la besa en la mano.
DON FERNANDO- ¡Qué placer volver a verla, Cloti!. Como en los viejos tiempos, ¿verdad?
DOÑA CLOTILDE- Confusa. Claro, como en los viejos tiempos.
Se acerca Mr. Jersey a las dos recién llegadas, saluda cortésmente a Doña Flor, y ante el asombro de Don Fernando, besa a Doña Clotilde en los labios.
MR. JERSEY- Hola darling, ¿Todo bien?
DOÑA CLOTILDE- Recomponiéndose del shock. Si, claro. Ha sido difícil encontrar los zapatos de charol... ¡hacía tiempo que no los usaba!
DOÑA FLOR- A Don Fernando. ¿Está por aquí Don Pedro? Tengo que saludarle, y comprobar que todo esté en orden esta vez.
DON FERNANDO- Todavía mirando a Doña Clotilde y a Mr. Jersey. Claro, sígame Doña Flor, que la llevo con él.
DOÑA FLOR- Encantada. ¡Ay, qué bien! Pero tutéame anda, Feo.
MR. JERSEY- Cayendo en la cuenta. ¿Feo? ¿Es usted...? Mira a Doña Clotilde, que sonríe forzadamente y calla su discurso artificialmente. Acabo de olvidar lo que iba a decir.
Van Don Fernando y Doña Flor hasta donde están los otros dos caballeros. Quedan Mr. Jersey y Doña Clotilde al lado del mueblebar charlando y tomados de las manos.
DON PEDRO- ¡Doña Flor! Es fantástico verla. Ve que esta vez he preparado todo con primor ¡eh!
DOÑA FLOR- Ríe. No lo dudaba, para nada lo dudaba. Pero quiero inspeccionar el resto de la casa, seguro que se ha olvidado de atar con lazos rojos los espejos...
DON PEDRO- Con aire misterioso. Ahh... ya verá, acompáñeme que se va a llevar una grata sorpresa.
Hacen mutis
DON ALESSANDRO- ¿Y estas quiénes son? Porque parece que aquí todos se conocen de otras veces menos yo...
DON FERNANDO- Le pondré en situación: Don Pedro y Doña Clotilde Señala con la cabeza a Doña Clotilde que sigue hablando con Mr. Jersey son primos lejanos, y Doña Flor -esta señorita que se acaba de ir con Don Pedro- es íntima amiga de Doña Clotilde. Coincidimos hace un tiempo los cuatro en una fiesta, y Don Pedro lleva desde entonces organizando fiestas para ver a Doña Flor, de la que sigue completamente enamorado.
DON ALESSANDRO- ¿Y ud. qué pinta en todo esto?
DON FERNANDO- Yo... Con aire entristecido yo no pinto nada en todo esto. Soy el mejor amigo de Don Pedro... y Doña Clotilde una vez me quiso, o eso creo yo.
DON ALESSANDRO-¡Pero ahora está con el caballero ese! ¿Le duele el asunto este? ¿Cambiamos de tema?
DON FERNANDO- No tanto como me duele lo complicada que es la estructura del diente de león. Estoy trabajando en ello desde hace un tiempo.
Poco a poco, Doña Clotilde se ha ido acercando a los dos caballeros y ha dejado a Mr. Jersey en el mueblebar bebiendo su copa.
DOÑA CLOTILDE- A Don Alessandro. Buenas, creo que no hemos sido presentado.
DON ALESSANDRO- Discúlpeme. Alessandro DiParma, amigo de Don Pedro, llegado desde Roma en un avión esta mañana.
DOÑA CLOTILDE- ¡Oh, qué bien! Me encanta Italia ¿le está gustando la fiesta? Las ha habido mejores, créame. Mirando a Don Fernando.
DON ALESSANDRO- No está nada mal, si señor. Pero en Italia nos gusta añadirle parmesano. Si me disculpan, voy a preguntarle al amable camarero si tiene parmesano. Marcha al fondo.
Se miran Don Fernando y Doña Clotilde, y sonríen apenados.
DOÑA CLOTILDE- ¿Qué pasó, Feo? ¿Por qué no respondiste a los recados que dejé en la centralita?
DON FERNANDO- Verás Cloti, marché a ultramar. Era invierno, hacía frío... Pero te he echado de menos. Mucho. Mirando a Mr. Jersery ¿Cuándo os casais?
DOÑA CLOTILDE- Queda mucho, seis meses. Pero sólo tenemos el pastel.
DON FERNANDO- No te cases, Clo. Es como atarse a un poste y caminar así por la calle. ¡Quédate conmigo! Ya sabes que no te aburrirás.
DOÑA CLOTILDE- Feo, ya te esperé mucho. Doña Flor me echaba la bronca por seguir telefoneándote todos los días. Y me da pena, porque ya sabes que a mí me gustan todas las historias... y la nuestra fue muy bonita. Si al menos hubieras respondido algo...
DON FERNANDO- ¡Pero es que en ultramar no tienen teléfonos! No podía contactar contigo... Piénsalo bien, yo seré tu diversión. Me quieres, y lo sabes; desde el día en que bebimos juntos y te conté mi secreto. Pero ahora prefieres la comodidad del señorito ese...
DOÑA CLOTILDE- No es verdad... bueno, cierto que te eché de menos, y te quise. Pero ya no quiero eso, ya no quiero bohemios, lo sabe bien Doña Flor, pregúntaselo. Tú has sido... has sido "mi Feo". Pero ha llegado el momento de avanzar y de cosechar ruedas dentadas... Lo siento, de verdad.
Mr. Jersey está dado la vuelta mirando al mueblebar y charlando animadamente con Don Alessandro, y Doña Clotilde aprovecha para darle un beso de despedida a Don Fernando. Se miran y sonríen con complicidad.
DON FERNANDO- Llámame cuando te aburras y quieras beber algo distinto.
Vuelve Doña Clotilde con Mr. Jersey y Don Alessandro con Don Fernando.
DON ALESSANDRO- He visto que hablaban mucho. ¿Cómo ha ido? Le veo relajado.
DON FERNANDO- Mirando a Doña Clotilde. Ella me ha olvidado, sé que yo también lo conseguiré... pero no tengo una tarta delante para hacerlo felizmente.
DON ALESSANDRO- Ah... le donne, son tan complicadas. En Italia se rizan las pestañas y no podemos vivir sin ellas. Ya te presentaré algunas.
DON FERNANDO-Ah, pues eso es interesante... Sonríe dejando de mirar a Doña Clotilde. Esta fiesta está un poco apagada, le dejaré una nota a Don Pedro y así podremos irnos a buscar complicaciones a otro lado, ¿Le parece?
DON ALESSANDRO- ¡Por supuesto! Gran idea...
Saca Don Fernando un papel y un bolígrafo de su americana y se dispone a escribir una nota.
Aparecen Don Pedro y Doña Flor por la derecha riendo sin parar.
DOÑA FLOR- ¡Claro que sí! ¡¡Claro que si!! ¡Cloti, Cloti, te dije que lo haría! Ya somos dos, digo cuatro que nos casamos!
DON FERNANDO-A Don Alessandro. A ver si con esto deja de ser una borde.
Doña Clotilde y Mr.Jersey les dan la enhorabuena con mucho entusiasmo. Las dos chicas se abrazan.
DON PEDRO- ¡Conseguido, Feo, conseguido! En cuatro meses me verás atado a un poste, como dices tú.
Don Fernando le da un fuerte abrazo y al despegarse pone cara de asombro.
DON FERNANDO- ¡Espera un momento! ¡Esto quiere decir más fiesta! ¡Habrá que celebrar tu despedida de soltero! Y será por todo lo alto... El señor Parmesano y yo lo organizaremos. ¡Y todos iremos con zapatos de charol!