Horrible, sencillamente horrible. Todos me rodeaban, a mí, el pobre escritorzuelo que no se enteraba de nada. Todos con sus túnicas oscuras y sus pelucas empolvadas mirándome desde lo alto.
Yo, ¡pobre escritor! con las sienes ya grises y la piel amarillenta de pavor. No había hecho nada, ¡nada! Pero no me creían...
"Número de acusado 0092381776, pase a declarar"
Subí a la tarima de metal arrastrando la angustia, más pesada que los grilletes, y miré al foco y les conté qué había pasado: "Salí la mañana del 10 de abril con el cuaderno de notas a los Jardines de Bonnette, había gente, mucha gente. Y hacia el mediodía comencé a escribir... ¡No pretendía publicarlo! ¡De verdad que era únicamente para mí mismo! Y me dejé llevar... por el aire, por el ambiente, por los enamorados que pasea-"
"Suficiente"
Me hicieron sentar a golpe de barra de metal. Ojos inyectados en sangre. No, por supuesto que no había sido suficiente. Claro que no me creían y pensaban que escribí todo aquello para divulgarlo...
"Sabe el delito del que se le acusa, ¿verdad? c u r s i l e r í a. Y es muy grave, caso 0092381776, la pena es la muerte, a no ser que las medidas correctivas no tengan efecto."
"¡Pero no fue a propósito! ¡De verdad! ¡¡CRÉANME!! ¡Yo sólo escribo de lo que veo, y la mañana del 10... la mañana del 10...!!" Pánico en mi voz.
"Suficiente. Principio de reacción. Procedan"
-Llegaron los hierros al rojo, y clavé mis pupilas en el tribunal como se clavaron los hierros en mi carne. Gritos espantosos que ni yo mismo me creía capaz de emitir. Ví el parque, te ví subida en la barca. Persona ahora sin nombre. Como siguiera aquello serías persona sin rostro.
-Llegaron las descargas, y lloré lo que lloran las cascadas con el deshielo. Las togas seguían impasibles. Olvidé de pronto cómo te movías, pasaste a ser una imagen fija, estática.
-Llegaron la sal y el limón a mis heridas abiertas.... y definitivamente te olvidé: causa de mis escritos, motor de mi esfuerzo y meta abstracta. Ya no estabas.
Humeaba: literalemente desprendía humo y olía a quemado. Caí al suelo de mármol de la sala sin poder casi respirar. Deshecho de persona... lo que quedaba de mí. Y cuando me soltaron, tras caminar sin rumbo por la ciudad, llegué a los Jardines de Bonnette. Estaba tu barca, estaba tu brisa... pero no te recordaba.
Metí la mano en el bolsillo y encontré una nota, palabras puestas en tus labios siglos atrás. Ya no tenía lágrimas que llorar, pero volví a recordarte y supe que te habían llevado, que ya no estabas. Loco de pena marché al estanque, tomé tu barca y tras montarme, la impulsé al centro, lejos de toda orilla.
Salté con todas mis fuerzas. Agua fría. No sabía nadar. Aquí contigo o en ningún lugar.
Yo, ¡pobre escritor! con las sienes ya grises y la piel amarillenta de pavor. No había hecho nada, ¡nada! Pero no me creían...
"Número de acusado 0092381776, pase a declarar"
Subí a la tarima de metal arrastrando la angustia, más pesada que los grilletes, y miré al foco y les conté qué había pasado: "Salí la mañana del 10 de abril con el cuaderno de notas a los Jardines de Bonnette, había gente, mucha gente. Y hacia el mediodía comencé a escribir... ¡No pretendía publicarlo! ¡De verdad que era únicamente para mí mismo! Y me dejé llevar... por el aire, por el ambiente, por los enamorados que pasea-"
"Suficiente"
Me hicieron sentar a golpe de barra de metal. Ojos inyectados en sangre. No, por supuesto que no había sido suficiente. Claro que no me creían y pensaban que escribí todo aquello para divulgarlo...
"Sabe el delito del que se le acusa, ¿verdad? c u r s i l e r í a. Y es muy grave, caso 0092381776, la pena es la muerte, a no ser que las medidas correctivas no tengan efecto."
"¡Pero no fue a propósito! ¡De verdad! ¡¡CRÉANME!! ¡Yo sólo escribo de lo que veo, y la mañana del 10... la mañana del 10...!!" Pánico en mi voz.
"Suficiente. Principio de reacción. Procedan"
-Llegaron los hierros al rojo, y clavé mis pupilas en el tribunal como se clavaron los hierros en mi carne. Gritos espantosos que ni yo mismo me creía capaz de emitir. Ví el parque, te ví subida en la barca. Persona ahora sin nombre. Como siguiera aquello serías persona sin rostro.
-Llegaron las descargas, y lloré lo que lloran las cascadas con el deshielo. Las togas seguían impasibles. Olvidé de pronto cómo te movías, pasaste a ser una imagen fija, estática.
-Llegaron la sal y el limón a mis heridas abiertas.... y definitivamente te olvidé: causa de mis escritos, motor de mi esfuerzo y meta abstracta. Ya no estabas.
Humeaba: literalemente desprendía humo y olía a quemado. Caí al suelo de mármol de la sala sin poder casi respirar. Deshecho de persona... lo que quedaba de mí. Y cuando me soltaron, tras caminar sin rumbo por la ciudad, llegué a los Jardines de Bonnette. Estaba tu barca, estaba tu brisa... pero no te recordaba.
Metí la mano en el bolsillo y encontré una nota, palabras puestas en tus labios siglos atrás. Ya no tenía lágrimas que llorar, pero volví a recordarte y supe que te habían llevado, que ya no estabas. Loco de pena marché al estanque, tomé tu barca y tras montarme, la impulsé al centro, lejos de toda orilla.
Salté con todas mis fuerzas. Agua fría. No sabía nadar. Aquí contigo o en ningún lugar.
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