Salimos las dos del local. Hacía fresco fuera... y se agradecía. El guiri gordo se nos acercó un poco, y de fondo se oían canciones en falsete de los ochenta, "la Movida" con toques de modernos.
Margarita me miró, se rió un poco como quitándole importancia al asunto, y después se fijó en el guiri gordo y le miró con desdén.
-Increíble ¿Lo has visto? ¿Cómo ha chafado el momento?- me dijo mientras se sentaba en el banquito de pieda de la puerta y se quitaba los tacones que le hacían rozaduras. Llevaba un vestido azul vintage a juego.
Yo me reí y le respondí que claro que sí, que aún no me lo creía del todo. Nos reímos nerviosísimas las dos. Me senté a su lado y también miré al gordo con desgana, era británico. Nos vio a las dos mirándole y nos volvimos a reír más. Todavía se creería que queríamos ligar con él...
-Soy idiota, Caro.-Pese a que se reía, me miraba con ojos tristones mientras me decía esto. Automáticamente la corté:
-Te corrijo: somos idiotas.-
-Es verdad, somos idiotas. Las dos.-
Una ráfaga de viento nos despeinó a las dos. Y nos volvimos a reír.
-Bueno, pero cuanto más me río contigo menos triste estoy. Como que se nos puede perdonar un poco la idiotez.- Le dije guiñándole un ojo.
-Te iba a decir lo mismo. Pero es que... ¡Aaaargh! Son tantas tonterías juntas... lo de estar solitas sin Silvia, lo del tonto ese...- Miró al suelo.
Por primera vez era Margarita la que lo pasaba mal y lo dejaba traslucir. Decidí animarla y empecé a bailar como solía hacerlo ella... El gordo empezó a mirar sin disimulo hacia nosotras. Nuestra respuesta fue reírnos aún más descaradamente.
-Venga, Margarita, lo que necesitas es bailar como si fuera tu último día en la tierra y no pensarlo más. Silvia volverá antes de lo que pensamos, y él... ¡pues ya veremos! Pero con calma.-
Volvimos a entrar en el local, y aunque no estaba siendo ningún momento de inflexión en nuestras vidas, bailamos como si el mundo se fuera a acabar al día siguiente. A mí ya se me había pasado el disgusto, llevaba un chute de optimismo en las venas. A lo mejor sí estaba siendo un punto de inflexión en mi vida...
Y Marga... Marga sacó a la luz su corazoncito por una vez, pero sin que se le gastara demasiado.
Margarita me miró, se rió un poco como quitándole importancia al asunto, y después se fijó en el guiri gordo y le miró con desdén.
-Increíble ¿Lo has visto? ¿Cómo ha chafado el momento?- me dijo mientras se sentaba en el banquito de pieda de la puerta y se quitaba los tacones que le hacían rozaduras. Llevaba un vestido azul vintage a juego.
Yo me reí y le respondí que claro que sí, que aún no me lo creía del todo. Nos reímos nerviosísimas las dos. Me senté a su lado y también miré al gordo con desgana, era británico. Nos vio a las dos mirándole y nos volvimos a reír más. Todavía se creería que queríamos ligar con él...
-Soy idiota, Caro.-Pese a que se reía, me miraba con ojos tristones mientras me decía esto. Automáticamente la corté:
-Te corrijo: somos idiotas.-
-Es verdad, somos idiotas. Las dos.-
Una ráfaga de viento nos despeinó a las dos. Y nos volvimos a reír.
-Bueno, pero cuanto más me río contigo menos triste estoy. Como que se nos puede perdonar un poco la idiotez.- Le dije guiñándole un ojo.
-Te iba a decir lo mismo. Pero es que... ¡Aaaargh! Son tantas tonterías juntas... lo de estar solitas sin Silvia, lo del tonto ese...- Miró al suelo.
Por primera vez era Margarita la que lo pasaba mal y lo dejaba traslucir. Decidí animarla y empecé a bailar como solía hacerlo ella... El gordo empezó a mirar sin disimulo hacia nosotras. Nuestra respuesta fue reírnos aún más descaradamente.
-Venga, Margarita, lo que necesitas es bailar como si fuera tu último día en la tierra y no pensarlo más. Silvia volverá antes de lo que pensamos, y él... ¡pues ya veremos! Pero con calma.-
Volvimos a entrar en el local, y aunque no estaba siendo ningún momento de inflexión en nuestras vidas, bailamos como si el mundo se fuera a acabar al día siguiente. A mí ya se me había pasado el disgusto, llevaba un chute de optimismo en las venas. A lo mejor sí estaba siendo un punto de inflexión en mi vida...
Y Marga... Marga sacó a la luz su corazoncito por una vez, pero sin que se le gastara demasiado.
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