martes, 3 de julio de 2012

Chicago in love


Es increíble, sencillamente increíble. Cuando paseas por la ciudad necesitas sujetarte la cabeza con ambas manos para poder ver el final de los rascacielos. El centro financiero desprende un glamour insólito. Hay edificios de estilo art decó por todas las esquinas, como si fuera lo más normal del mundo.

Y Mies, con su muro-cortina, me saluda un par de veces. Al subir al piso 15 del 500 de North Michigan Avenue, estoy a la misma altura que los rayos que veo caer sobre la ciudad. Pero al cabo de media hora vuelve a brillar el sol, y la gente suda azúcar...

"No te enamores, Poppy, de verdad que no vuelvas del otro lado del charco enamorada" Me dijeron. Y yo, no pude resistirlo. Me he enamorado: de Mies, de Red Mango, de las tormentas que arrancan los tejados de las casas de la periferia, del Art Institute, de vivir en pantalones cortos... American way of life.

Hicimos hogueras y quemamos nubes de gominola, vimos los fuegos artificiales del 4 de julio, nos sentamos en el césped del Millenium Park, desayunamos tortitas... Es distinto y a la vez conocido. Curiosamente tangible, real.



En fin, en unas horas vuelo a Miami, y llevo tu foto en la cartera, Mike. ¿Qué he hecho? Me dijeron: "No te enamores, Poppy, de verdad que no vuelvas del otro lado del charco enamorada" Y no vuelvo aún al viejo continente... pero creo que ya he pasado del consejo.

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