miércoles, 30 de noviembre de 2011

"AL NATURAL, QUE NO COMPRENSIBLE" Acto II

En el escenario ahora hay un puesto de helados a la derecha, y una castañera a la izquierda; entre los dos puestos hay una gramola que funciona sola. La pareja del fondo ahora está sentada en un banco tranquilamente charlando. Y Clotilde entra al escenario haciendo mucho ruido al taconear. Ya no llevan zapatos de charol, pero siguen llevando atuendos de los años cincuenta.

DOÑA CLOTILDE.- A la pareja ¡¡Les parecerá bonito!! ¡Siempre en medio! ¡Siempre en medio!

La pareja ni se inmuta y aparece Flor, que sigue a Clotilde y pone cara de hastío.

DOÑA FLOR.-Va, Clo, tampoco es para tanto, déjalos, ¡póbrecillos! que lo están pasando bien. Además hace mucho frío.

Aparece por la izquierda un nuevo personaje, Mr. Jersey. Un canadiense guapo y tranquilo.

MR. JERSEY.- Perdón, no he podido evitar oír su conversación. Y opino lo mismo, cada uno es mayorcito para hacer lo que quiera.
DOÑA CLOTILDE.- Ya, pero es que a mí ahora me pone nerviosa todo... ¡¡TODO!!
DOÑA FLOR.- Deberías calmarte, estabas más tranquila con Feo, ¡Y mira si salió todo mal la cosa al final!
MR. JERSEY.- ¿Feo? ¡¿Qué clase de forma de referirse a alguien es esa?!

Clotilde se pasea por el escenario con aire agobiado. Mira a Mr. Jersey con intriga y sigue paseándose.

DOÑA FLOR.- A Mr. Jersey. Verá señor, es una larga historia, aquí dónde nos ve, mi amiga y yo fuimos a una fiesta en la que todos íbamos con zapatos de charol, ¡Y dónde no tenían bolsas! ¡Fíjese! El caso es que estaba este caballero... Don Fernando, eso. Y ya ve, mi amiga tuvo un gran romance con él: quince minutos.
DOÑA CLOTILDE.- Con aire soñador ¡Todo un bohemio! Tan de principios de siglo... se pone muy seria. Pero no buscamos eso ahora ¿verdad Flor? ¡No queremos eso!
DOÑA FLOR.- Fue una fiesta fantástica, ¡si señor! Pero con gente muy plasta. Intenta hacer memoria. El señor aquel que me perseguía... ¿Te acuerdas, Cloti? yo ya ni recuerdo su nombre ¡oiga! Pero en esta calle se está mucho más tranquilo.
MR. JERSEY.- A Flor con interés pero sin descaro. Pero ¿su amiga sigue con ese señor que ha mencionado?
DOÑA FLOR.- No, no, qué va. El señor me perseguía a mí. Lo mira de arriba a abajo con interés y picardía y sonríe. ¿Es ud. casado, señor...?
MR. JERSEY.- Llámeme Mr. Jersey. Y no, me refería a su amiga. ¿El de los quince minutos volvió a aparecer?
DOÑA FLOR.- Con mal humor repentino. Clo, el caballero quiere hablar contigo.

Clotilde se queda muy quieta en el borde del escenario y espera a que se acerque Mr. Jersey. Flor, por su parte se acerca al carrito de helados y se dispone a comprar uno. Por la izquierda entra Don Pedro, el cual reconoce al momento a Flor y recorre el escenario sigilosamente sin ser visto.

DOÑA CLOTILDE.- Dirá usted.
MR. JERSEY.- Siempre he pensado que estos momentos son muy incómodos. Pero hoy suena música ¿Le parece bien que bailemos?

Bailan juntos, muy despacio. Sonríen con naturalidad.

DOÑA CLOTILDE.- Baila usted muy bien. ¿Dónde aprendió?
MR. JERSEY.- En Canadá. Allí enseñan a los niños a bailar desde que pueden tenerse en pie.
DOÑA CLOTILDE.- Yo tuve un amigo una vez al que le gustaba beber para todo, decía que así se veía más guapo...
MR. JERSEY.- Eso funciona, a mí me gusta beber, pero prefiero ir al natural. Lo pasaríamos bien bebiendo, pero ya es usted demasiado bonita al natural.

Callan los dos y reflexionan en un silencio intenso, pero cómodo. Mientras tanto, Don Pedro ha alcanzado a Doña Flor y le ha tapado los ojos para que adivine quién es.

DON PEDRO.- ¡Lará lará la laaa! ¡Sorpresa!
DOÑA FLOR.- Para sí. ¡Ay no! Me lo temía, estas cosas nunca la dejan a una en paz... A Don Pedro, sonriendo forzadamente. ¡Vaya! Pero si es...
DON PEDRO.- ¡Don Pedro! ¿Cómo está usted Doña Flor? La he echado mucho en falta en mis últimas fiestas.
DOÑA FLOR.- No, si ya me lo imagino. Grandes sus fiestas, muy grandes. Mirando boquiabierta a Doña Clotilde y a Mr. Jersey, que han dejado de bailar y se han sentado en el suelo de la mano y muy juntos. Pero sigue hablando con Don Pedro.¿Y su amigo el feo? ¿Sigue por la capital?
DON PEDRO.- Ah, no... se marcho hace bastante, cosas de ultramar. ¡Pero volverá pronto! Se nota que estamos en la calle, hace fresco y estamos más serios... aunque algunos siguen igual. Ríe señalando con la cabeza a la pareja del fondo que sigue a lo suyo.
DOÑA FLOR.- Bueno, verá. Yo me tengo que ir, que el helado se deshace y se me enfada el gato.
DON PEDRO.- Lo comprendo, lo comprendo. Pero antes de que se marche, tome mi tarjeta. Habrá una fiesta en mi casa el miércoles. Pensé en hacerlo el sábado pero resultaba demasiado "vulgar" como dicen ahora. Así que la espero allí. ¡Y avise a su amiga, si lo desea!
DOÑA FLOR.- Con mucho gusto asistiremos, pero sólo si hay bolsas esta vez... ¡Ah! ¡Y ni se le ocurra intentar regalarme otra silla! ¡Me tengo que ir!

Don Pedro se acerca a darle dos besos pero ella le esquiva con gracia y le da unas palmadas cariñosas en la espalda. Acto seguido se acerca a Clotilde y la levanta bruscamente. Don Pedro queda pululando por el escenario sin prestar mucha atención al resto de la acción.

DOÑA FLOR.- ¡¡Cloti, nos vamos!! ¡Hay que huír ya!
DOÑA CLOTILDE.- ¿Pero qué ocurre ahora Flor? Me estaba contando Mr. Jersey cómo cultivan ruedas dentadas en Canadá... Sonríe a Mr. Jersey con dulzura.
DOÑA FLOR.- Pues ya seguireis en la fiesta de Don Pedro. Toma a Clotilde del brazo y tratando de que no lo oiga Mr. Jersey Creo que me he enamorado Clo, lo creo en serio.
DOÑA CLOTILDE.- ¿Cuándo? ¿Ya? ¿Aquí? ¿Y Don Pedro vuelve a celebrar fiestas? ¿Volveremos a ir juntas? Sin esperar respuesta. Bueno, yo me despido y ahora me cuentas. A Mr. Jersey. Me ha gustado mucho su baile, pero mi amiga necesita que nos vayamos. No sabe cuanto lo lamento.
MR. JERSEY.- Bueno, ahora que llevamos treinta minutos juntos y que conocemos nuestros nombres de pila, la toma de las manos creo que es el momento de que formalicemos nuestra situación. La aprecio mucho al natural, Doña Cloti.
DOÑA CLOTILDE.- A mí también me gusta bailar con usted, Mr. Jersey. Y me ha calmado mucho.

Vacilan un instante, pero al final se alejan sin más. Doña Clotilde siendo arrastrada por Doña Flor.

DOÑA FLOR.- ¡Has olvidado darle la tarjeta! Agitando el papelito de Don Pedro con energía. ¿Cómo te encontrará?
DOÑA CLOTILDE.- Con la calma del Acto I. Es canadiense. Sabe bailar, y sabría llegar a una fiesta con los ojos vendados.

Hacen mutis las dos por el foro. Don Pedro vuelve a cobrar protagonismo y se acerca a Mr. Jersey.

DON PEDRO.- Verá caballero, soy especialista en complicar las cosas, y organizo una fiesta este miércoles. Venga con zapatos de charol a esta dirección. Le tiende una tarjeta idéntica a la que le ha dado a Doña Flor. No se arrepentirá.
MR. JERSEY.- ¡Pero si yo no lo conozco a ud.!
DON PEDRO.- Ya, pero son cosas del destino. Será una gran fiesta, se lo aseguro. Hace mutis por la derecha.

Se marcha la pareja también y queda Mr. Jersey sólo en el escenario. Baila sólo un rato unos pasos simples, se mira los zapatos, sonríe  y hace mutis por donde entró.

Lynn

Tendría unos 15 años, el momento de ser idealistas, de querer cambiar el mundo, de comenzar a pensar en el futuro... Siempre he estado muy concienciada con el peso de la mujer en la sociedad actual, y para mí nunca fue una opción casarme y dejar de trabajar. Esas cosas se inculcan desde la cuna. Tampoco soy de esas chicas que deciden vivir entorno a su novio. Ni lo quise ni lo fui.

Pero volviendo a esos 15 años: clase de biología, la teoría celular, la endosimbiosis. Lynn Margulis. Fue gracias a mi profesora de biología que apareció este personaje por primera vez en mi vida. Una mujer que llevaba trabajado toda su vida de una manera incansable. No sólo era un ejemplo a seguir por sus descubrimientos o por el interés que despertaban sus teorías en mi... si no porque era mayor, trabajaba y era mujer. (Muchos empezarán a defender la idea de que ya se acabó la era de la desigualdad, que este tipo de predisposiciones sólo conducen a provocar una discriminación positiva -con la que tampoco estoy de acuerdo-, pero yo me limito a decir: aún no se ha conseguido).

Fue en ese momento que se convirtió en mi ídolo, mi ejemplo. Cambié varias veces de idea, y finalmente decidí dedicarme al mundo de las finanzas y la economía, y adopté la idea (con mucha humildad, y sabiendo que debía ser tomada una utopía) de ser una Lynn Margulis... en económicas.

Estando este personaje en la cumbre de mis consideraciones, fui a verla a una conferencia. Avatares de la vida, meras coincidencias. La mejor conferencia a la que he asistido hasta el momento. Margulis quiso dar su charla en castellano (pese a que no era su lengua materna), pero la comisión organizativa no se lo permitió, y con un acento muy gracioso nos pidió disculpas a todos.

Es curioso, la gente admira a cantantes, famosos, actores y demás personajes públicos... A mí me gustan los científicos.

Ya intenté hace unos días dedicarle 140 caractéres al fallecimiento de Margulis. Una tarea demasiado arriesgada, y por eso me extiendo aquí. Una pena recorre el espinazo cuando la noticia llega a los oídos. Se recuerdan los ideales que habían quedado enterrados hacía ya un tiempo. Y se mira al frente deseando no olvidar porqué estoy donde estoy. Esperando una señal.

Echaré de menos tu ejemplo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Mi secreto

¡Qué alegría compartir un secreto como este!

No creas, darling, que se lo enseño a todo el mundo, ni que me es fácil llevarte a ese sitio y desvelarte qué significa para mí cada rincón. Pero lo he hecho, y ahora siento esa felicidad que uno tiene cuando da algo. Esa felicidad que parece más sólida que la experimentada al recibir. Y de verdad que estoy contenta de que sepas porqué tiene tanta importancia para mí esta ciudad.

Ese era mi secreto. Lo curioso es que gracias a  haber estado contigo allí, darling, es como si esos mis adoquines hubieran recuprado toda la fuerza que tenían. Desde hacía meses que el sitio no me parecía lo mismo, no se me había perdido nada por allí... pero en cuanto puse un pie en la gran avenida, teniéndote a mi lado, supe que me reencontraba con un viejo amigo... o dos.

Así ya ves, has chocado la gran mano, como hacen aquellos que protagonizan mis anéctdotas; has visto el cubo, presidente de los pic-nics y sobre todo... mi bulevard.

Ya ves, darling, espero que pronto leas estas palabras que te escribo y dejes las malas ideas de lado. Comparte conmigo este nuestro secreto y que te sirva de base para que no todo parezca tan poco relativo.

Espero poder escribirte pronto contándote que he ido bailando por ahí...

Poppy

lunes, 14 de noviembre de 2011

Confesiones

Me senté con Fadrique al borde de la balsa y se lo confesé todo. Ya no hacía ese calor de verano tan agradable, ahora el cielo estaba gris; gris como las palomas, un gris sucio. Llevábamos los dos sendos abrigos marrones y las bufandas rojizas que tejió Vicenta para nosotros, los mayores. Y él con su mano protectora jugaba con el agua verde y con las carpas curiosas que se le acercaban de entre las algas.

Le conté a Fadrique cómo habían sido las cosas: cómo había empezado todo una tarde tonta y fría y una noche lluviosa, cómo habían ido cada una a su ritmo -muy rápida y muy lenta- y cómo habían llegado al punto actual.

Se lo conté todo muy seria, con ese semblante que se me pone cuando algo me ronda la cabeza un tiempo y él me arropó con el brazo y me dijo que no me agobiara. Un pato llegó en ese momento a la balsa y sin pensárselo dos veces se zambulló por completo.

-Escríbelo- me dijo. -Escríbelo todo. Todo lo que me has contado a mí, cuéntaselo al papel, y cuando hayas acabado, léelo y piensa bien todo lo que ha pasado.-

Así pues entré en casa, le pedí prestado a César una de sus hojas amarillas de cuaderno y me puse a escribir: hablé del pasado y del presente, de cómo cómpetían y se complementaban... y vomité todo lo que tenía guardado. Sirvió para reflexionar. Intenté pensar en el punto de inflexión, ¿Cuándo se había desequilibrado la balanza? ¿Quién había tomado la decisión? ¿La cabeza o el estómago?

Y me dí cuenta de que no tenía dudas. Una de las opciones había muerto; muerto como cuando se muere un libro al llegar a la última página. No había sido el tiempo, ni los kilómetros, ni nada... se apagó cómo cuando una bombilla se funde. Fue como uno de esos fines de semana que nos llevában a los cinco a esquiar: volvíamos a casa cansados, tras dos días muy intensos... pero habían sido dos días al fin y al cabo.

Parecía que el recuerdo del pasado destruía el presente. Esa fue mi conclusión. Y a la mañana volví a hablar con Fadrique junto a la balsa. Esta vez llovíznaba, pero al igual que el día anterior, las moreras seguían sin hojas.

-Eso es- Me dijo- ¿Ves cómo mi consejo funcionó?- Miré a mi hermano sin comprender muy bien, pero esperé a que prosiguiera -Ya lo tienes escrito, déjalo marcharse de tu cabeza. Es momento de que mires y veas lo que está pasando. Pero cuida tu recuerdo y ponlo a salvo en una vitrina de la memoria, no hay porqué tirar el bagaje que llevamos. Es cómo los álbumes de fotos de Vicenta, no se puede vivir en ellos, pero nos enriquecen.-

Mi hermano me sonrió con dulzura y volvió a entrar en casa con aire desenfadado. Yo miré mis apuntes perpleja. Y entonces entendí qué tenía que hacer: los releí con la ternura del recuerdo, y tras hacer un barco de papel con todo el primor que pude, con la determinación del momento puse el barquichuello en la balsa y lo dejé hundirse mientras la tinta campaba a sus anchas por el papel y los restos quedaban para siempre en el fondo de mi estanque.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Otoño en mi Madrid favorito

En mi Madrid favorito llueve. Son días grises y parecen tristones, pero no lo son. Malasaña vestida de hojas marrones y ocres. Chamberí hace de túnel de viento, y bajo los andamios esperan los minutos enamorados.

Atrás queda el inconcluso verano.

Bares y cafés alternativos, bohemios, "indies" -que dicen ahora- escondidos en las esquinas de cualquier calle de Malasaña y en las plazoletas nos ofrecen cerveza ilegal. Chupitos de noche y estrellas escondidas, un frío mojado se cuela por los abrigos... pero que tampoco importa.

Por mi Madrid favorito paseo, vivo, siento. Historia que se desprende de las paredes, como se desprende el barro de los ladrillos de las fachadas cuando hay humedad. Y en un semáforo, una boca de metro, una esquina cualquiera nos paramos.

La calle Fuencarral, con sus tiendas, con la gente que pasea... Los gafapastas embutidos en abrigos modernos y gorros curiosos. Paseé por callejuelas escuchando mi propia banda sonora, y llegué a los destinos puntual. Cambio de costumbres.

Mi Madrid favorito sigue ahí, los afortunados tienen fiesta de vez en cuando y yo la echo de menos. Pero tampoco me importaría ver Madrid desde las afueras. Ver la vista de las cuatro torres, de las quío, de la masa de edificios desde un soto.

Adorado art decó... de mi Madrid favorito.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Sentir la realidad a flor de piel

Está por todas partes, se respira. No es que las bajas temperaturas hayan llegado de una vez (pensé que nunca lo harían), es algo más grande que todo eso. Tampoco es que la castañera de mi barrio haya vuelto a montar su tenderete (lo cual me recuerda que debería ir a por castañas en cuanto pueda). Elecciones.

Hay algo así como varios grupos de personas: las que tienen la ilusión de los primeros votos, y con ellos aspiran  a cambiar el mundo; las que se mantienen impasibles frente a la situación, porque siempre lo han estado y las desengañadas del mundo, que votarán (o se abstendrán) como acto rutinario.

No soy activista, no soy tampoco nada del otro mundo, ni una idealista aguerrida... ¡Ójala lo fuera! Idealismo moderado, diría yo. O con la sangre muy tierna como para no hacer nada. Flexibilidad rígida.

En fin, rumiaré las ideas hasta ese fatídico día, y para entonces espero tener la respuesta a los problemas del mundo, o, al menos, aquella solución particular -acorde con mi tendencia- que mi cabeza lleva intentando alcanzar desde antes de que el censo electoral llegó a casa.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Warning

"Decidiendo entre sólo soltar una mirada de aviso, con la que no haga falta decir nada más o ir a la yugular directamente."