jueves, 29 de marzo de 2012

Un cambio, una pausa

Me he cansado de mirar por la ventana y ver siempre lo mismo. 

Mentira. En realidad sí que podría seguirlo haciendo, pero en el fondo quiero un cambio, una pausa. 

Quiero levantar las persianas, abrir las contraventanas y ver que mi casa se ha marchado a otro sitio. Me sirve Roma, me sirve el mar, me sirve el modernismo y me sirve el lejano oeste. Todo me sirve. Pero no quiero ver "la plaza de los niños", no quiero pasear por mi calle, no quiero tomar más el sol sobre el baldosín catalán de la terraza y no quiero acercarme a ver cómo están las acacias de la Castellana...

Mentira. En realidad sí que quiero hacerlo, pero en el fondo exijo un cambio, una pausa.

Quiero hacer fuego en el campo, quiero que me llueva, que diluvie; quiero ir en pantalones cortos y con sombrero, quiero tumbarme en la hierba y que luego me pique todo el cuerpo por la urticaria... quiero ver otra ciudad, quiero conducir, quiero estar en casa... sentirme en casa, en mi otra casa. Quiero tomar helados que no sean de Palazzo, quiero llevar las gafas de sol en una ciudad que no sea Madrid, quiero que me hagan reír a carcajada limpia. 

Mentira. En realidad podría seguir con los helados de Palazzo y paseando por la Gran Vía, pero en el fondo quiero un cambio, una pausa.

Adoro esto. Siempre lo he adorado, es verdad, pero quiero nuevos aires para poder seguir escribiéndo sobre lo mucho que me gusta mi ciudad... No me lo tengas en cuenta, Chamberí. Estaré de vuelta pronto poniéndote en una nube.

lunes, 26 de marzo de 2012

Apasionadamente racional

¡Qué absurdo! Nada tiene mucho sentido estos días. Fadrique y yo nos reímos otra vez. Salimos a la terracita amarilla y nos ponemos a mirar abajo abajo a la gente caminando por la calle. Antes habríamos abierto la manguera de regar y les habríamos regado a todos. Pero hemos crecido, y ahora hacemos otro tipo de travesuras de hermanos. 

"Poppy, eres como una balanza. Pones la cabeza a un lado y el corazón al otro y se equilibran bastante bien." Yo me río, pero me doy cuenta de que es verdad. "Es agradable controlar la situación" le digo a mi hermano "saber que hay ganas de llorar, pero que no existe verdadera necesidad, y parar el carro antes de que se desborde la parte irracional que llevamos dentro. Es como si te agarraras a una rama sólida estando subido a la copa del magnolio en medio de un vendaval. Es... emocionantemente acogedor."

Ahora se ríe él. "Lo solucionarás, ya verás. Pero sigue con el balance, te hace bien." Me guiñó un ojo y se acercó a la manguera verde. "¡Espera! Voy a llamar a Michael. ¡¡Miiiiiiick!!". Y cuando salió el pequeño de los tres hermanos abrimos la manguera y, entre risas, regamos a los transeúntes.

sábado, 24 de marzo de 2012

Maneras de expresarse

Ya ha anochecido y las farolas sólo iluminan la mitad de las siluetas de las cosas, el cielo está de un azul calmado y los balaustres de casa vigilan toda la calle desde lo alto. 

Yo estoy dentro, espero. Espero muchas cosas. Demasiadas. Pero al menos espero con esa ilusión tonta que hace que resulte agradable la espera, incluso aunque acabe siendo infinita. Eso, una espera infinita. Un ocho tumbado... de tristeza, de felicidad. Ambas ahogan el pecho, pero de igual forma nos recuerdan que estamos vivos.

Ahora el cielo parece una masa densa, está todo tan oscuro que por la ventana sólo veo mi propio reflejo. Si no os importa, me marcho, ya no tengo nada más que escribir... no transmitiría nada. Voy a bailar en mi salón, porque así sí será como sacar todo lo de dentro y estaré como nueva para cuando llegueis.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Piove

Sale del gran edificio, lleva los cascos puestos y no oye nada. Nada. Llueve bastante. Una voz canta y mata el silencio, acompañada de guitarras desenfadas y de unas baquetas que no paran de moverse. No hace frío.

Se moja los pies en todos y cada uno de los charcos de la cuesta recién adoquinada. Con carácter. Pese al agua incómoda, él sonríe al anacrónico cielo gris primaveral, y sigue metido en el universo de los cascos. Chaf, chaf, chaf...

Llega a la bici, aparcada en una esquina al lado del césped; ahora una guitarra acústica y un saxo sustituyen a la banda y el chico mira a un lado y a otro antes de ponerse en movimiento. Le dan las gotitas de lluvia de pleno, como provocándolo, pero a él le resbalan sin más por la cara. Y continúa con la calma del cable.

Aparca la bici resguardada de la lluvia, dormirá allí hasta mañana.

lunes, 19 de marzo de 2012

Carreras de galgos

Era una mañana curiosamente cálida puesto que estábamos en marzo y aquí eso no suele ser así. Yo necesitaba chocolate y distracción, y el bueno de Roger me llevó a las carreras de galgos. "Poppy, te sentará bien, llevas toda la semana trabajando por encima de tus posibilidades; y ahora que tu salud ha mejorado, necesitas salir y tomar un poco el aire. Así que arréglate y vámonos a las pistas."

La verdad es que yo no tenía ganas de ir a ningún lado, y menos a ver correr a unos pobres perros detrás de un juguete mecánico. Pero Roger me conocía bien, y visto que en contadas ocasiones tenía razón decidí hacerle caso y así salimos los dos de la casa, él con su traje gris claro y su sombrero y yo con mi vestido rojo oscuro y mi pamela.

Ibamos dejando atrás las afueras de Londres en el automóvil; y mientras nos adentrábamos en la capital, yo iba pensando en mis tristezas varias. Desde el asiento del conductor, Roger me miraba refilón y sé que estaba preocupado, desde que caí enferma lo estuvo. Era muy bueno, este Roger, y yo le quería muchísimo.

Llegamos al estadio, allí estaban todos los caballeros con sus sombreros oscuros de copa, y el resto de señoras, contoneándose con sus vestidos de colores y sus tocados. Entonábamos bastante bien Roger y yo con la multitud, pero yo estaba muerta de miedo. La sociedad. Me agarré a su brazo como quien se agarra a un bote salvavidas en un naufragio, y fuimos los dos sorteando pimpollos hasta sentarnos en las gradas a ver la primera carrera. Ganó un tal "Naccio".

Había una docena de perros en el estadio; todos con sus cartelitos de colores y sus números. Según un par de gordas de nuestra izquierda, la carrera importante se disputaría entre dos canes: "Trencadis" y "Seto", el resto no tenían posibilidades, y al parecer todo el mundo había apostado grandes sumas para acertar quién se llevaría el premio aquella mañana. Me entró mucha curiosidad por ver a los dos galgos, así que dejé a Roger en la grada y bajé a pie de pista para verlos mejor. 

Los tenían al margen del resto de perros, sin participar en las carreras menores, esperando al gran encuentro del mediodía. Uno canela con el cartel azul, el otro de pelaje más oscuro y con el cartelito verde. Con sus respectivos cuidadores, cepillándolos con primor. Eran bien elegantes los dos.

Y en ese momento, sin previo aviso, me apeteció con locura apostar. Les eché un último vistazo y subí con determinación las escaleritas intentando no tropezarme con nadie en mi camino hacia la taquilla. Roger se levantó de su asiento y vino volando hacia mí, me alcanzó en la cola de la dichosa taquilla.
-¿Qué haces?
-Voy a apostar.- le dije
-¡¿Qué?! ¿Por qué? ¿Qué necesidad tienes tú de apostar? Hemos venido únicamente a pasar la mañana, Poppy, no digas tonterías.
-¡Qué no, Roger! Me apetece mucho, es... importante.
-Deje apostar a la señorita, caballero.- Dijo una voz a nuestra espalda.
Un hombre con un traje claro esperaba justo detrás de nosotros para realizar su apuesta.
-Por quíen va a apostar, señorita, quizá puedo aconsejarla.-
-"Trencadis", sé que no es algo muy patriota, sabiendo que no es inglés... pero tengo un presentimiento.-
-Bueno, sin duda, sabe lo que hace, pero de todas formas le digo que "Seto" va a ganar este torneo.- y luego le dijo a Roger- Déjela jugar, es un pasatiempo como otro cualquiera y no hará mal a nadie-
Roger se calló, pero me miró con esa cara de querer decir algo pero ser demasiado cortés para soltarlo en  público.

-Para "Trencadis"- le dije a la mujer que me atendió. Y antes de soltar el fajo de billetes eché un último vistazo a mi apuesta, la cual jugueteaba abajo en la pista.
-Mucha suerte, señorita- Me dijo el hombre de detrás cuando me dieron el boleto. Yo incliné la cabeza levemente y me marché con Roger a mi espalda.

Nos volvimos a sentar en las gradas, yo sujetaba el papelito como una posesa y mientras tanto preparaban a los galgos. Damas y caballeros, acomódense, la Gran Carrera del Mediodía va a comenzar. Decían por los altavoces. Con ustedes "Terry", "Box", "Naccio", "Hamlet", "Ribbert", "Jo", "Peck", "Angie", y por supuesto "Seeeeeto" y "Treeeencadiiis". Miré a Roger nerviosa, y le sonreí con culpabilidad. Era un juego, si perdía mi depresión no se vería muy afectada. Él me sonrió ligeramente, me rodeó con un brazo y con la mano que le quedaba libre tomo mi mano tensa, la que sujetaba el boleto.

Preparados, listos... ¡PUM! El disparo marcó el comienzo de la carrera y en seguida quedaron todos los galgos atrás... menos "Trencadis" y "Seto". Los hombres se levantaban de las gradas, las mujeres se abanicaban exaltadas y unos y otros miraban ansiosos por los binoculares que traían. Por los altavoces el comentarista seguía retransmitiendo quién le sacaba una cabeza a quién, pero yo ya no oía nada, y me limitaba a mirar a los dos galgos correr detrás del conejo de mentira. Esas dos figuritas, una clara y otra oscura, que corrían sin saber que el dinero de mucha gente dependía de ellos. A mí el dinero me daba igual, como decían algunos del vecindario "hay cosas que uno las hace porque tiene un feeling"

-¡¡Roger, hemos ganado, hemos ganado, hemos ganado!!- Grité cuando acabó la carrera. Le abracé con todas mis fuerzas y le dí el boleto. -Ya está, no necesito apostar nunca más.-
-Vamos a recoger el premio y nos marchamos- Me respondió él, sonriendo.

Y arriba, tras recoger la recompensa, le volvimos a ver, al señor de traje blanco. 
-Mi más sincera enhorabuena, señorita. Tiene usted buen ojo con los canes.-
-Gracias, pero ha sido mero azar-
-No, de veras que lo tiene. Mi perro ha ganado de una forma espléndida, y usted ha sabido verlo pese a lo que yo le he dicho.-
Me quedé perpleja y miré a Roger, quien estaba igual de perdido que yo.
-¿Usted es el dueño de "Trencadis"?- Le preguntó.
-Ciertamente- Se limitó a decir, y tras quitarse el sombrero y hacernos una leve reverencia se fue derecho a la salida del estadio seguido de unos cuantos periodistas que habían conseguido alcanzarlo.

-Espera, Roger, quiero hacer una cosa antes de que nos vayamos.-
Salí pitando hacia la pista, salté a duras penas la verja que separaba las gradas de la hierba y llegué justo para parar al cuidador de "Trencadis". "¡Espere!" Me acerqué al can y le acaricié el cuello "Buen chico, buen chico, lo has hecho bien... ya sabía yo que podía fiarme de tí". El perro pareció sonreirme orgulloso. "Eso era todo, perdone". Y dejé marcharse al cuidador con su animal, sintiéndome satisfecha.

Llegué hasta Roger, me ofreció el brazo, pero en vez de eso, le tomé de la mano con soltura. Y fuimos andando hasta el automovil, para volver a nuestro caserón.

lunes, 12 de marzo de 2012

Mischivieous twinckle in my eye

Darse una ducha fría, ponerse crema en la cara y hacer como que uno ha dormido perfectamente. Sonreír como si nada: no hay problemas, no hay preocupaciones y no hay miedos inminentes esperando a la vuelta de la esquina... disfrutemos de la banalidad por un segundo. No hace mal a nadie, y a veces es mejor que una aspirina.

Ponerse el bañador a más de 600km del mar, y sentir como el sol besa los hombros. Devolverle el beso con picardía. Y en las gafas de sol se reflejan los apuntes desperdigados por la mesa. Olvidarse un poco de todo lo demás. Una espalda recortada sobre un fondo rojizo de baldosín catalán.

Tener un mischivieous twinckle in my eye... y juguetear con la conversación. Subir a las terrazas a contemplar el pasado, a imaginar el futuro. Eso es lo que me gusta a mí. 

Cometer travesuras a plena luz del día y no tener remordimientos. Ser jóven, consciente de ello y disfrutarlo. Sin la pena de pensar que es efímero, sólo con la euforia de saber que puedo hacer lo que quiera. Lo que quiera. ¡Qué suerte la suya, por que mis metas sean nobles!

Mischivieous  shall I be, as long as no one suffers.


viernes, 9 de marzo de 2012

En el vacío

Pocas veces siente eso.
Demasiadas cosas le pasan a la vez. Todas muy dispares.
Y no sabe a qué atenerse. Qué requiere mayor atención. No sabe qué hacer. Tampoco es tristeza, es... simplemente intenso.
Miedo, en grandes dosis. Alegría, en menor cantidad, pero presente. 


No lo sé, no lo sé, no lo sé... En fin, no sé qué va a pasar. Sobre nada.