miércoles, 30 de marzo de 2011

...blues

Anselmo se sentó al piano y comenzó a tocar un blues. La pieza era muy azul, y evocaba tantas cosas...
Él era Anselmo, el caballero que había viajado a países lejanos, había rescatado a princesas maldecidas por brujas y había derrotado a bandidos y dragones.

Un silencio y una nota sincopada.

Él era Anselmo, el chico al que su querida tía Marta le había escrito cuentos dedicados cuyo héroe se llamaba como él.

Tonterías de pedales y teclas.

Él era también Anselmo, el chico aquel de la penúltima fila, que se sentaba y prestaba de vez en cuando atención en clase; y también era Anselmo, a quien le gustaba ir a la calle sin nada, ni llaves ni cartera y teléfono...

Y cuando se levantó del piano y el blues se murió, volvió a ser Anselmo: el chico que improvisaba blues cuando estaba enamorado.

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