Querido Dionisio:
Ya sabes que esto no va a la carta, pero como eres tan amigo mío te lo concedo. A lo mejor no te gusta, pero yo hago lo que puedo y se acabó. Cuando pases tus ojos de girasol por estas líneas sonreirás e intentarás analizar mis pensamientos ¿Me equivoco? (Por favor, no te olvides de poner sello en la carta de respuesta, que sé cómo eres y hasta me puedo quedar sin saber si me estoy equivocando porque se pierda tu mensaje en la oficina de correos!). Puede que abras una nueva hoja de redacción y escribas algo relacionado con esto, o puede que no. Y tu nueva redacción quedará en lo más hondo de un fichero informático, dónde no llegará la luz por más que se esfuerce. (Si estoy en lo cierto, escríbemelo también en tu respuesta, ¡y con sello!) Pero algún día, con un poco de suerte y mucha persuasión me dejarás ojear ese santuario tuyo donde reposan tus días intensos que ya se han ido.
Pensaba el otro día en lo divertido que es pasar contigo la tarde. Y me daba mucha rabia que no estuvieras conmigo en ese momento... podíamos haber ido al último piso de un rascacielos enano a ver la oscuridad y a sonreír a la vidriera.
Pero tampoco hay que ponerse triste, cuando faltan sombreros siempre tenemos papeles y escribimos. Dionisio, si me marcho finalmente como está planeado, voy a echar de menos tu compañía; voy a querer meterte en una maleta y que salgas de ella cuando hallamos llegado a destino diciendo "¡Chán!"
No sé, puede que hoy no sea un día de inspiración... te llamaré más tarde. Aunque tú estarás con las voces invisibles que le hablan a uno desde la pantalla, y harás muchas cosas a la vez.
Somos caóticos pero ordenados; comenzó siendo "a lo yo" pero ahora hasta me contagias. Y cuando te voy a escribir, Antonini, pasan muchas cosas y no sé qué hacer para que me entiendas y para que las vagas líneas hablen de campamentos apostados en valles perdidos, de noches de fuego y de mañanas achinadas en pueblos manchegos...
En fin, que te dije que era porque me lo habías pedido tú, pero en realidad ya estaba decidido de antes... mejor nos tomamos unas cañas cuando te vea y nos reímos de todo: de lo tuyo, de lo mío, de todos.
Esperando que me llegue tu carta -con su debido sello- pronto,
Lulú
PD: Me manda Bob muchos recuerdos para tí, aunque ahora mismo se ha atragantado con una piedra, me marcho a ayudarlo. Y ahora que lo pienso, el motivo por el que te escribía es que te dejaste el sombrero en mi casa, ven a por el cuando puedas.
ME ENCANTA TU ESTILO; CUENTO BONITO Y DULCE; como vos Mayius!
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