jueves, 29 de septiembre de 2011

Y el teléfono no suena.

Chopín se muere por el patio de mi casa, Albéniz parece escupir piedras cuando grita "¡Asturias!" a pleno pulmón hasta que se le desgarra la garganta por los siete pisos. Bethoveen se ha marchado hace ya un rato y Debussy está asomado a la ventana intentando ver la luna grande y blanca que pasa por un trozo de cielo a las 2 de la mañana.

No puedo dormir.

Son redobles de "re" en los oídos, son charcos y reflejos, melodías de otros tiempos que hacen que el presente sea más vívido... que la idea sea fija. Nocturno. Se para el tiempo y la puerta a lo etéreo se abre. Lo etéreo está vacío, lo intangible es lo presente, el insomnio es la realidad y el sueño no existe.

Me voy con ellos a la ventana. Charlemos.
"Por qué no suena?" Les pregunto.
"Ya sonará" Dice Debussy.
"Está en ello, no te preocupes" Consuela Chopin.
"Haz como yo" Anima Albéniz.
Grito "¡¡Asturias!!" yo también; muero por el patio; y con las manos, toco la luna grande y blanca. Un claro, un vals, una raíz flamenca...

No puedo dormir, porque el teléfono no suena.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Pinturas

  Hay dos rayas blancas que van desde ambos lados de la nariz y atraviesan los pómulos hasta el final de las cejas. Como si fueran astas, tienen -cada una de las dos rayas blancas- dos bifurcaciones del mismo color. La franja de piel correspondiente a los párpados y al puente de la nariz es azul; y los párpados inferiores y la parte superior de los pómulos, hasta las rayas blancas de las que se hablaba al comienzo, son verdes. Encima de las cejas hay otra raya blanca, y así parece que lleva puesto un antifaz de colores sobre la piel.

Ayer llevó también rojo. Sangre, óxido, lava, boca, fuego... Tan rojo como el palpitar de una herida, como la boca pastosa

tras un momento decisivo. Toda la barbilla era roja.


En el cuello tenía cuatro rayas: dos blancas, una azul y otra roja. Iban por parejas, así se agrupaban una roja y una blanca

(a la izquiera) una azul y otra blanca (a la derecha). Una balanza. Una balanza.


Y en el tobillo izquierdo, una pulsera de pintura azul ató el otoño recién llegado con el verano lejano.


Quién sabe, quizás la próxima vez los únicos colores sean el verde y el negro, y un duro caparazón marino con

hexágonos cubra la piel sensible.

lunes, 19 de septiembre de 2011

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (conclusiones y bibliografía)

CONCLUSIONES
Tras este análisis de las dos tendencias estudiadas, podemos observar que en líneas generales, el pensamiento de Platón y el de Foucault constituyen dos propuestas muy distintas, pero que comparten ciertos detalles más particulares.
Las grandes diferencias encontradas son, en primer lugar, las consecuencias que tiene la educación para el individuo: Platón asegura que se trata de una liberación en sí misma (pese a que respalda cierto control sobre el proceso de aprendizaje del alumno) que consigue que el individuo tenga recursos propios con los que desenvolverse más fácilmente en el mundo, mientras que Foucault alega que la educación (o más bien las instituciones en las que se imparte la enseñanza) implican una alienación del alumno, el cual se ve sometido a una observación y a un control rigurosos que no dan pie a que sea una persona libre e independiente. Otra diferencia entre las ideas de los dos filósofos es el objetivo que tienen al estudiar la educación: si bien Platón está interesado en dar los patrones a seguir para establecer la educación perfecta para un Estado ideal; Foucault por el contrario, analiza el tipo de educación ya existente y lo critica sacando los principales defectos (como esa alienación de alumnos subyugados al poder de los maestros y del sistema), pero sin dar alternativas posibles. Dando un paso más, podemos afirmar que el sistema de educación criticado por Foucault es en verdad el modelo planteado por Platón 2500 años antes y desarrollado por una sociedad guiada por pensadores posteriores. Aquí puede surgir una posible investigación futura: ¿El análisis de Foucault no alberga ninguna propuesta? ¿Cuáles son los ideales que maneja su crítica de la educación real?
Se pueden encontrar, a su vez, varias similitudes entre los dos pensamientos que vienen derivadas de las reflexiones anteriores. En primer lugar ambos autores tienen en cuenta el control que se puede dar sobre los individuos que van a ser educados, Platón lo respalda con el fin de no dejar que estas personas se pierdan en el camino del vicio y, por consiguiente, que no lleguen a ser el tipo de sujetos que se persigue; Foucault, en cambio, critica este control sobre los alumnos porque piensa que les afecta negativamente y que impide su pleno desarrollo como personas independientes. Y por último, ambos filósofos conciben la educación como algo fundamental en cualquier sistema, puesto que gracias a ella se pueden sostener las estructuras sociales y políticas, compuestas, en última instancia, por individuos. En consecuencia, si controlas y determinas a los individuos uno por uno, controlarás y determinarás también a la sociedad en su conjunto.
REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA

FOUCAULT, M. “Las redes del poder” Traducción del francés al portugués de Ubirajara Reboucas, Traducción del portugués al castellano de Helosia Primavera, Ed. Almagesto, Colección mínima, 1991.
FOUCAULT, M. “Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones” Ed. Alianza, 2001.
PLATÓN, “La República o el Estado” Traducción de Patricio de Azcárate, Ed. Espasa-Calpe, 2006.
STRATHERN, P. “Foucault en 90 minutos” Traducción de José A. Padilla Villate, Ed. Siglo XXI, 2002 (octubre).
SAUQUILLO, J. “Para leer a Foucault” Ed. Alianza, 2001.

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (cuerpo)

Liberación y prisión:
La educación que las personas deben recibir, según Platón, esta relacionada con el alcance de una verdad universal como muestra en la alegoría de la caverna. Considera infelices e ignorantes a aquellos que no han tenido la fortuna de salir al exterior y contemplar el mundo, los objetos, y el sol, es decir, de aprender. Sólo una vez que se conoce todo aquello, el individuo experimenta una liberación, y de hecho “Si en aquel acto recordara su primera estancia, la idea que allí se tiene de la sabiduría y a sus compañeros de esclavitud se sentiría feliz de haber tenido esa experiencia y se compadecería de la desgracia de aquellos que prosiguieran viviendo en la caverna”1. es decir, la persona llega a un nivel moral, de conocimiento y de experiencia superior; deja de pensar de la manera en que lo hacía en la caverna y de alguna forma tiene más recursos gracias a esa vivencia. El aprendizaje logra que el individuo deje de estar ligado a los patrones que marcan las convicciones, y la actuación de aquellos sumidos en la ignorancia de la caverna: “¿Crees que envidiaría aún los honores, las alabanzas y las recompensas que allí, supuestamente, se dieran al que reconociera las sombras a su paso, al que con más seguridad recordara el orden en que marchaban yendo unas delante y detrás de otras juntas (…)?” 2. Es por esto que se puede hablar de liberación: la persona que ha aprendido, que tiene experiencia de la verdad, que conoce el mundo de las ideas, tiene más herramientas a su disposición para desenvolverse. No hay que confundir, sin embargo, el control riguroso que defiende Platón en la manera en que se debe educar a los individuos (restringiendo sus actividades, el tiempo que deben emplear a cada materia o incluso las materias que deben estudiar) con la libertad que se consigue conforme se va aprendiendo y acumulando experiencia.
Por el contrario, Michel Foucault tiene una concepción totalmente opuesta acerca de la educación. En primer lugar, no se centra en el proceso de aprendizaje que experimentan los individuos, sino que su análisis sólo atañe a las instituciones destinadas a la enseñanza. El filósofo francés establece una relación entre los colegios y las prisiones; no sólo porque en las cárceles se trata a los delincuentes como alumnos que deben aprender a reintegrarse en la sociedad, sino porque en las escuelas los niños son tratados también como delincuentes. En las instituciones de enseñanza el objetivo es lograr que los individuos que se educan sean capaces de adaptarse a una sociedad que no acepta sujetos que se desvían de “la norma”, de lo establecido. Se busca la producción de personas obedientes y esto se consigue por medio del control: “y es necesario, a pesar de esa multiplicidad de alumnos, que se logre una individualización del poder, un control permanente, una vigilancia en todos los instantes, así, la aparición del vigilante o celador, que en la pirámide corresponde al suboficial del ejército; aparición también de las notas cuantitativas, de los exámenes, de los concursos etc.”3. Foucault afirma además que los mecanismos que se emplean para tener bajo control a los alumnos son múltiples, variados y hasta pueden, en un principio, parecer inofensivos pero que en el fondo están cuidadosamente pensados: “Vean, por ejemplo, como ustedes están sentados delante mío [sic] en fila. Es una posición que tal vez les parezca natural, sin embargo, (…) los ojos del profesor pueden individualizar a cada uno, puede nombrarlos para saber si están presentes, qué hacen, si divagan, si bostezan etc.”4.
Así pues, la idea de este filósofo es que la educación significa una alienación; puesto que el objetivo es que todos los individuos educados sean idénticos en el sentido de que van a ajustarse al modelo de persona que desea la sociedad, no se les puede dar libertad a estos alumnos sino que deben estar sujetos en todo momento por una serie de mecanismos (los exámenes o los vigilantes antes mencionados) creados para controlar. Es decir, predomina la idea de que la educación no tiene como objetivo formar personas capaces, con recursos o con conocimientos, sino que se desean individuos que sigan un patrón de conducta determinado.

Un ideal frente a un ataque:
Una de las principales diferencias entre las ideas sobre la educación de los dos filósofos es la forma en que plantean la cuestión; no tiene nada que ver la crítica que enuncia Foucault, con esa educación ideal que construye Platón.
Platón, en su obra “la República” habla sobre la creación de un Estado justo, una compenetración de ciudadanos que busca alcanzar la perfección; y en esta empresa la educación de los ciudadanos cobra una gran importancia. Para el filósofo griego, el Estado -al igual que el alma- se dividía en tres partes según su constitución: la irascible (que la formaban aquellos que se encargaban de la guerra), la concupiscible (que eran los productores o los mercaderes), y la racional (formada por los filósofos que gobernarían la nación). Debido a esta división, la educación debía llevarse a cabo de una manera determinada para conseguir el Estado ideal que se perseguía. De acuerdo con la constitución de los niños (en cada uno predominaría una parte diferente de entre las tres) la educación sería diferente, no se podía educar igual a un futuro artesano que a un futuro gobernante. En especial, Platón pone interés en la educación de los filósofos y de los guerreros, porque, debido a su escasez y a su relevancia social (en el caso de los dirigentes filósofos serán ellos los que tomen las decisiones), los considera de las más importantes: “Podemos asegurar igualmente (...) que las almas mejor nacidas se hacen las peores por medio de una mala educación”5. Aparte de que del resto de almas (en las que domina la parte concupiscible) Platón no se preocupa demasiado, porque al ser mediocres no podrían hacer grandes cosas, ya sean buenas o malas; no son relevantes, y no importa que se hable de ellos como individuos o refiriéndonos a aquella gran masa común que compone la sociedad: “De las almas vulgares puede decirse que jamás harán ni mucho bien, ni mucho mal (…) ni como particular ni como hombre público”6. El filósofo griego da unas pautas muy detalladas de cómo se debe educar a lo largo de toda su vida al tipo de niños que en un futuro tendrán grandes responsabilidades para con su Estado (los filósofos y guerreros): “Es preciso que los niños y los jóvenes se dediquen a los estudios propios de su edad, y que en este periódo de vida (…) se tenga un cuidado particular (…) de auxiliar mejor al espíritu en sus trabajos filosóficos. Con el tiempo, y a medida que el espíritu se forma y se madura, se reformarán los ejercicios(...). Y cuando, gastadas las fuerzas, no les sea posible ir a la guerra ni ocuparse de los negocios del Estado, entonces se les permitirá consagrarse por entero a la filosofía” 7. Y según él, para enseñar a los niños se les debería dar la oportunidad de que estuvieran presentes en el trabajo que, con el tiempo desempeñarían; por ejemplo, en el caso de los futuros guardianes, se les debería llevar al campo de batalla: “Llevarán consigo aquellos hijos (…) a fin de que, vean desde pequeños luego lo que un día tendrán que hacer ellos mismos”8. Si tenemos en cuenta todas las instrucciones que dictamina Platón, como la restricción de los tipos de música a escuchar o la censura de ciertos poemas que podían transmitir mensajes inadecuados, acerca de cómo se debe educar a un niño (especialmente si va a tener alguna posición de relevancia dentro del mecanismo del Estado) podemos llegar a pensar que el filósofo defendía un cierto control más o menos riguroso sobre este tema a fin de que la gestación de su Estado ideal saliera bien.
Los comentarios de Platón sobre la educación en “La República” van dirigidos a la creación de un Estado ideal, por eso tienen como fin establecer una serie de directrices acerca de cómo se debe instruir a los niños para alcanzar una sociedad utópica.

En cambio, el enfoque de Foucault es totalmente diferente, puesto que no da las pautas a seguir para educar a los componentes de una comunidad para lograr establecer un tipo de sociedad concreto, sino que analiza un sistema educativo ya existente -tomando el caso específico occidental de Francia del siglo XX (que no es muy diferente del actual)- para criticarlo y determinar cuáles son los problemas y defectos principales del mismo. Más que una construcción filosófica, más que un intento de idear, de armar una teoría acerca de la buena educación y su relación con el Estado, Foucault va a realizar un estudio sociológico y crítico. La intención de este filósofo es denunciar y desenmascarar los intereses de aquellos que tienen el poder más que proponer un sistema ideal. El filósofo relaciona la educación con la posición que tiene un individuo dentro de una sociedad determinada (suele ser también la Francia de hasta finales del siglo XX) partiendo de la premisa de que todos los individuos que la componen son iguales -sin establecer diferencias de manera de ser, como hacía Platón-. Michel Foucault examina la dinámica de funcionamiento de las instituciones principales de educación para niños y jóvenes:“Fue primero en los colegios y después en las escuelas secundarias donde vemos aparecer estos métodos disciplinarios donde los individuos son individualizados [sic] dentro de la multiplicidad.”9 Aquí llama la atención que puesto que Foucault no tiene como objetivo dar unas directrices de la buena educación, no tiene en cuenta (cosa que sí hace Platón) el aprendizaje que puede tener una persona tras haber abandonado la infancia y la juventud. Y sin tratar el proceso de asimilación de conceptos o de experiencias por parte del sujeto critica y denuncia el empequeñecimiento (o en ocasiones la anulación) de la libertad de los educandos que se da dado debido al funcionamiento de las instituciones de enseñanza: “El colegio reúne decenas, centenas y a veces millares de escolares, y se trata de ejercer sobre ellos un poder que será justamente menos oneroso. Allí tenemos un maestro para decenas de discípulos y es necesario, a pesar de esta multiplicidad de alumnos, que se logre una individualización del poder, un control permanente una vigilancia en todos los instantes.”10
Así pues, mientras que de las teorías de Platón se podría decir que son constructivas, las de Foucault resultan destructoras, que atentan contra la educación ya establecida pero sin dar alternativas posibles.

La educación como medio para sostener un sistema político:
Los dos filósofos coinciden en la importancia que tiene la educación en cualquier sistema político. Por las reflexiones de ambos podemos deducir que son conscientes y que apoyan la idea de que la formación de individuos constituye un tema de vital importancia en la política.
Tanto Platón como Foucault enfocan la educación como la formación de aquellas personas que van a interactuar de alguna manera en la sociedad (ya sea desde un punto de vista político, económico o de cualquier otro tipo); por eso consideran tan importante el hecho de que la educación sea la correcta.
Platón, en concreto, considera que no puede haber diferencias sociales y políticas debido al origen familiar de cada individuo, pero cada ser humano tiene unas cualidades que le hacen apto para llevar a cabo unas actividades u otras, y por eso se debe dar una división del trabajo ligada a una educación específica para cada tipo de persona. También habla siempre de estos sujetos a educar como instrumentos que en el futuro desempeñarán una serie de funciones dentro del Estado y tiene en cuenta a hombres y a mujeres situando a ambos en un mismo plano de importancia; pone como ejemplo el caso de los guerreros y sus mujeres: “Por consiguiente: las mujeres de nuestros guerreros (…) participarán de los trabajos de la guerra y de todos los que exija la guardia del Estado. Sólo se tendrá en cuenta la debilidad de su sexo al asignarles cargas más ligeras que a los hombres.” 11.

Un punto muy importante dentro del pensamiento de Platón es la supeditación de la felicidad individual a la colectiva: puede que los guardianes no estén del todo satisfechos con la educación que se les da que les anima a vivir de determinada manera (careciendo de riquezas y otra serie de lujos), pero es más importante que el Estado en conjunto funcione correctamente puesto que este hecho en sí provocará la felicidad particular en los individuos.
Dependiendo del grado de felicidad colectiva y del buen funcionamiento del Estado (dos parámetros muy unidos entre sí) podremos determinar el éxito que haya alcanzado la sociedad que se ha formado. Así, Platón asegura que es imprescindible una buena educación (remarcando en especial la de los gobernantes) para que se puedan cumplan gran medida los dos parámetros antes mencionados: “Procuremos, pues, a todo trance, que los ministros no hagan lo mismo respecto a sus conciudadanos, tanto más cuanto que tienen en su mano la fuerza, y que en lugar de ser sus defensores y protectores, puedan convertirse en sus dueños y tiranos. (…) ¿No es el modo más seguro de prevenirlo darles una buena educación?”12

Foucault también enlaza la cuestión de la educación con la permanencia de un sistema, no habla precisamente de un sistema perfecto en el que se den unas relaciones armoniosas entre los individuos con repartos de tareas y compenetración, sino que alega que para que unos pocos sigan manteniendo el poder sobre el resto se deben dar una serie de factores (entre ellos una educación específica que controle y subordine a los individuos).
El filósofo francés se centra en el cambio de los grupos que ejercen el poder en el Antiguo Régimen y en los sistemas constitucionales posteriores; si bien al acabar con la concepción del origen divino del poder que tenían los monarcas ya no hay excusas por las que seguir teniendo bajo control a las masas (por medio de ese control se mantenía la dinámica de la sociedad, se podía recaudar o legislar etc.), al aparecer la educación institucionalizada y regulada esa alta burguesía (que es quién ha recogido el testigo del poder que pierde la monarquía) puede mantener a los individuos vigilados de nuevo sin necesidad de buscar nuevas excusas. “Disciplina es, en el fondo, el mecanismo del poder por el cual alcanzamos a controlar en el cuerpo social hasta los elementos más tenues por los cuales llegamos a tocar los propios átomos sociales, eso es, los individuos. Técnicas de individualización del poder. (…) Otro lugar en el que vemos aparecer esta nueva tecnología disciplinar es la educación.”13
En esta cuestión de mantener un sistema ya establecido con una jerarquía y una dinámica determinadas tienen mucha importancia otro tipo de instituciones además de las de enseñanza: Foucault habla de las prisiones y los psiquiátricos como herramientas con las que cuenta el sistema para perpetuarse. El objetivo principal consiste en mantener los órdenes establecidos, las complejas relaciones de poder sobre las que se fundamenta un sistema social y político. En principio, las instituciones de enseñanza serían las primeras en intervenir sobre los individuos (puesto que se les trata cuando son todavía niños), más tarde, de no surtir efecto las medidas llevadas a cabo en estos organismos se pasaría a someter a aquellos individuos que no aceptaran las normas a otras instituciones como las prisiones o psiquiátricos. En definitiva, Foucault afirma que no es sólo mediante las escuelas que se sostiene un sistema, sino que se trata de una red de instituciones (como las prisiones, los psiquiátricos antes mencionados, y hasta las fábricas o los lugares de trabajo) que se coordinan para mantener el orden establecido. Pero al contrario que en el sistema que defiende Platón (aquel en el cual se da una justicia política en pos del buen funcionamiento de lo común, y con ello de lo individual), el sistema que se mantiene por medio de este entramado institucional busca mantener un orden en beneficio de un interés particular: de una clase o forma de vida que mantiene el poder.

1 PLATÓN “La República o el Estado” Traducción de Patricio de Azcárate, Ed. Espasa-Calpe, 2006 516c Pág. 294
2 Íbid., Pág. 295
3 FOUCAULT, M. “Las redes del poder” Ed. Almagesto, Colección mínima, 1991 Pág. 4
4 Íbid.
5 PLATÓN, op. cit., 491e Pág. 265
6 Íbid.
7 Íbid., 498b Págs. 273 y 274
8 Íbid., 466e Págs. 235 y 236
9 FOUCAULT, M. op. cit., Pág. 5
10 Íbid.
11 PLATÓN, op. cit., 457b-c, Pág. 222
12Íbid. 416b Pág. 174
13 FOUCAULT, M. op. cit., Pág 3

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (introducción)

INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es analizar cuál es la concepción que tienen Platón y Michel Foucault acerca de la educación. Estos dos filósofos, ambos europeos pero separados en el tiempo cerca de 2500 años tratan en su obra el tema de la educación desde perspectivas muy distintas.
La importancia de este estudio en parte radica en lo diferentes que son los autores: si bien Platón vivió en la Grecia clásica del siglo V a. C.; Foucault, expresó sus ideas en la Francia del siglo pasado. Llama mucho la atención, la manera tan particular que tiene cada uno de los dos filósofos de enfocar el tema: Platón relaciona la educación con la antropología, con la metafísica y el saber universal; y Foucault trata la misma cuestión desde un punto de vista más sociológico (relacionándola con el poder), atacando y buscando defectos del sistema establecido en el momento. Se debe remarcar también que los dos autores han constituído una base para sus sucesores: Platón ha pasado a la Historia como uno de los primeros pensadores e intelectuales del mundo occidental y Foucault, de una manera más modesta, ha ejercido también una gran influencia en corrientes y estudios más recientes. Aunque ambos filósofos le dan mucha importancia a este tema y es interesante observar sus diferencias y los puntos comunes que comparten, también cabe remarcar que el estudio de Platón abarca la mayoría de campos de la Filosofía, mientras que gran parte de la obra del filósofo francés se centra el la política. Las obras que se emplearán para este estudio serán “La República o el Estado” de Platón y “Las redes del poder” de Foucault.
Por otra parte, considero que este estudio también es trascendente porque el tema a analizar, la educación, constituye un elemento imprescindible en toda sociedad. La política está además muy ligada a la educación; estamos hablando de la formación de aquellos individuos que en un futuro constituirán el motor de la sociedad en cuestión; por eso dependiendo de qué tipo de sistema se desee tener, la educación de los individuos se llevará a cabo de una forma u otra; y viceversa, también podemos determinar que, en función de los individuos que queramos formar, la sociedad será de una manera concreta o de otra completamente distinta.
El cuerpo del trabajo se divide en tres partes: para comenzar, se trata la postura de ambos filósofos con respecto a lo que significa la educación para el individuo particular. Platón afirma que se trata de una liberación, puesto que el conocimiento hace que el hombre quede desligado de las convenciones de los ignorantes y llegue a un nivel de experiencia superior; y Foucault alega que el individuo pierde su libertad al quedar sometido a los rigurosos controles establecidos por las instituciones educativas. La segunda parte hace referencia a la intención de los autores al tratar el tema de la educación: así como Platón está realizando un proyecto de Estado ideal en el que se tiene muy en cuenta la educación de los individuos que participan en él, Foucault realiza una crítica a un sistema ya existente (el propio de la Europa del siglo XX) lo relaciona con la política, y en concreto con los grupos que ejercen el poder. Y en la última parte, íntimamente relacionada con la anterior, se trata la idea que comparten ambos filósofos de que la educación sirve para mantener un sistema político. Platón emplea esta premisa para construír su modelo de sociedad perfecta, y Foucault denuncia el control de la educación por parte de unos pocos que logran así mantener su situación de poder sobre el resto de la sociedad.

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (resumen)

RESUMEN
El siguiente trabajo tiene como objetivo analizar la concepción de la educación en “La República o el Estado” de Platón y en “Las Redes del Poder” de Michel Foucault. La importancia del trabajo reside en parte en la trascendencia de los dos filósofos (Platón, uno de los primeros intelectuales del mundo occidental; y Foucault, un filósofo que de forma algo más modesta ha ejercido también una gran influencia en corrientes posteriores), y en lo vital que resulta este tema para la creación, conservación o destrucción de cualquier sociedad. Por medio de la educación de aquellos individuos que en el futuro constituirán y dirigirán el Estado se puede delimitar también un tipo de estructura social y política.
La cuestión que propongo es cómo tratan el tema de la educación estos dos pensadores tan relevantes. A pesar de estar tan alejados temporal y culturalmente ¿Hay planteamientos similares a su propuesta acerca de la educación? ¿Son sus teorías absolutamente irreconciliables?
Tras analizar las ideas de cada uno se puede observar que a grandes rasgos hablamos de dos propuestas muy distintas, pero que comparten ciertos detalles más particulares. Entre las grandes diferencias podemos destacar las consecuencias que tiene la educación sobre el individuo: según Platón la educación implica una liberación por la cual el hombre puede desenvolverse mejor por sí mismo, mientras que Foucault cree que la educación significa la alienación del individuo provocada por el control excesivo de las instituciones educativas. Otra gran diferencia está constituida por el enfoque con el que los dos filósofos tratan el tema: Platón da las directrices a seguir para alcanzar una educación perfecta con la que construir un Estado ideal; y Michel Foucault tiene como objetivo analizar un sistema educativo vigente en su tiempo (el siglo XX) y realizar una crítica en la que denuncia los problemas del mismo, pero sin dar alternativas posibles. Incluso se puede añadir que la educación que critíca Foucault es el modelo planteado por Platón que ha sido desarrollado por pensadores posteriores. Ambas teorías parten de la misma base: la educación puede ser empleada para mantener un sistema político; y tienen en cuenta el control que se ejerce sobre los educandos, ya sea este respaldado (por Platón) o denunciado (por Foucault).

domingo, 18 de septiembre de 2011

Cenas, como en Madrid

  Tengo muchas ganas de que nos vayamos tú y yo de camping por ahí, a lo cutre. Aunque no será tan cutre porque todo el mundo sabe que los campings de Europa están mucho mejor cuidados que los de aquí. La lista de cosas para hacer es larga, pero apetece todo:

Tengo ganas de que hagamos vivac en la Selva Negra, de que crucemos los puentes de Venecia y de que visitemos juntos Villa Rotonda. Cada uno con sus inquietudes, pero se comparten: el centro de Amsterdam, Vicenza y la catedral de Albi.

Tengo ganas de viajar contigo en avión, de que carguemos con unos cuantos bultos y que llevemos la etiqueta de "turistas" en la frente. Tú mandas en Berlín, pero yo te llevo por Montpellier. También quiero tomar cerveza en una calle empedrada al norte de aquí; quiero que veamos puestas de sol que dejan noqueado al insensible más bruto; quiero pasear, callejear, recorrer avenidas, parques y museos... juntos.

Habremos alquilado unas bicis para ir por Amsterdam, y también por Florencia, y saldrás en mis acuarelas de las tardes de Venecia. Traeremos la maleta llena de carretes usados para revelar, y habré escrito un cuaderno de viaje que contará cómo te tiró aquel señor francés el helado por la cabeza.

Llevaremos gafas de sol, y los trayectos en tren se nos harán cortos. Y nos haremos los locos extranjeros que no se enteran de nada para reírnos un rato. Y por hacer las tonterías a nuestra manera brindaremos con Gintonic en las góndolas.

"¡Levántate ya, que el vuelo sale en tres horas, y a Barajas no se llega en 10 minutos!" No me gusta madrugar, pero sabiendo que el viaje incluye pizzas para cenar sentados en el granito claro de las plazuelas (como aquellas cenas que nos tomamos en Madrid) me levanto.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Cartas baratas

Se ha sentado en su escritorio, tiene los sobres abiertos, los papeles desperdigados y bolígrafos por todas partes. Nota la emoción de estar haciendo algo distinto, pero a la vez, parece que estuviera rememorando cosas de un pasado no tan lejano. Y por la ventana se ve la sombra del Madrid que le dice adiós al verano. Todavía hace calor, y los toldos amarillos están bajados, por lo que la habitación tiene una luz mágica...

Y sabe perfectamente como empezar la carta y sabe también cuánta ilusión le hará recibirla. Se esmera en la letra, aunque eso sea lo de menos. Ha puesto música bajita para evocar momentos y recordarla. Sonríe para sí y cierra el sobre.

Coje sus cosas y sale por la puerta, no sin antes ir por el dormitorio y pasar un rato mirándola sin que ella se despierte. Baja las escaleras y busca los buzones. ¡Qué alegría comentar la tontería a la hora de la cena!

jueves, 8 de septiembre de 2011

Bulevar

Lo echo de menos. Hay que confesarlo: ese bulevar era la inspiración, daba igual la estación del año, la temperatura, el tiempo o la gente que hubiera alrededor... Todas las mañanas, como mínimo una vez tenía que pasar por allí, y era un momento de ir con los oídos taponados por los auriculares y con las manos en los bolsillos (en caso de llevar bolsillos) sin pensar en nada... o en todo a la vez.

Llegaría a casa y pensaría en el paseo del día, pondría las ideas sobre la mesa y después escribiría acorde con ellas. Ya no hay paseo, ni ideas, ni escritos que leer después de un tiempo.

¡¡No me sirve el cercanías que pasa por el sur de mi ciudad!! ¡¡No me sirve el metro resguardado de la luz y de la lluvia!! ¡No quiero dos horas de lectura todos los días! ¡Y no quiero perder las ideas por el camino!
Ni siquiera cuento con un paisaje que despierte nada: almacenes, cables, vías y edificios feos por detrás (¿Qué se espera de mí? ¿Una sinfonía de metal, inhumana?). Si al menos fuera un rodalies que yo me sé... tendría el mar y las fachadas art decó y modernistas que un día se plantaron con argamasa.

Pero no es cuestión de paisaje tampoco. Yo quiero seguir con mi rutina, mi privilegio de vivir al lado de todo y de todos. Y paradójicamente, pese a que vives tan lejos, tú no has cambiado mucho tu rutina. Y a mí sólo me queda irte a ver a la salida para poder pasear por ahí. Echo de menos mis paseos por la Castellana.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Generación espontánea de Ni-nis

Digamos que hace una semana, más o menos, me enteré de que el día 2 de septiembre tenía mi primera presentación del año en la universidad. Me preguntaron mis padres que si creía necesario que vinieran conmigo "Bueno, ya sabes que seis ojos ven más que dos" y les dije que no. Se supone que es una nueva etapa y, particularmente quería responsabilizarme yo del asunto. Desde el principio (que para algo ya me dediqué a comerme en su momento el marrón de hacer la matrícula en pleno julio).

El caso es que pensando que la mayoría de los asistentes actuarían como yo, llegué el día 2 de septiembre a Getafe. Y no fué así. De hecho, ocurrió todo lo contrario a lo esperado y fui de las pocas personas que fue por su cuenta. Tampoco era nada malo, sólo me sorprendió (es cierto que era un evento al que podían asistir los padres, así que no era nada del otro mundo).

El problema fue cuando al día siguiente, 3 de septiembre, me encuentro en otra presentación de la universidad (esta vez en Leganés, acerca de métodos para sacarle más provecho y rendimiento al estudio -completa pérdida de tiempo) y se repite el mismo patrón. Pero no sólo eso, si no que además el exponente de la charla comentó que era de agradecer la presencia de tantos padres en la sala, que no se podía esperar tal grado de implicación y compromiso por parte de todos los padres pero que aún así era una gran satisfacción. ¿Qué era esto? Y aquí es dónde me paro a analizar la independecia y el grado de autoridad y responsabilidad que he tenido con respecto a mi educación a lo largo de toda mi vida:

-La guardería (mejor no lo comentemos, ¿verdad?)
-El colegio: hasta el bachillerato fui a un colegio pequeño en el que no había separación entre primaria y la ESO; supongo que por eso, y por el hecho de que todo el personal del colegio conocía a los padres de cada alumno casi individualmente, la libertad y la responsablidad que teníamos no era muy amplia.
-Bachillerato: un pequeño cambio -paso a un instituto mucho más grande en el que ya empiezan a exigir a los propios alumnos algo más que sólo ir a clase. Es cierto que si quieres, tienes la posiblidad de saltarte clases, pero también te tienes que solucionar tú solito los problemas, y no van a estar papá y mamá detrás para ir a hablar con el profesor de turno cada dos por tres.

Y ahora tocaba la universidad. Mi idea era que mis padres no se involucraran más que para asuntos de gravedad en los que yo no tuviera nada que hacer. Pero por lo visto, el hecho de que vaya yo por mi cuenta y tome notas de lo que se dice en las presentaciones quiere decir que mis padres no están comprometidos con mi educación. ¡Gracias, vicerrector! Puede que, llevado al extremo, esto sea la causa de que las nuevas generaciones no aspiren a mucho, ni decidan marcharse de casa, ni estudiar para luego ser de provecho en algún lado... ¿Es culpa de los jóvenes que no nacen con el instinto de ir más allá -entre los que me identifico con toda seguridad (y vergüenza), o es de los padres que no les saben presionar para ayudar a despertar ese instinto?

En fin, no creo que haya generación espontánea de ni-nis, pero tampoco puedo explicar los motivos de su existencia, sólo puedo desear no llegar a ser una. Trataré de sacar provecho de esto de la manera que considere yo más apropiada.

Sólo pido una cosa: Querido vicerrector, ¿Le importaría no ensalzar el comportamiento de algunas personas prejuzgando (erróneamente) de la de otras?

jueves, 1 de septiembre de 2011

Canción

Soy capitán (soy capitán)
de un barco inglés (de un barco inglés)
y en cada puerto tengo una mujer.

La rubia es (la rubia es)
sensacional (sensacional)
y la morena tampoco está mal.

Si alguna vez (si alguna vez)
me he de casar (me he de casar)
me casaré con la que me guste más.