domingo, 25 de septiembre de 2011

Pinturas

  Hay dos rayas blancas que van desde ambos lados de la nariz y atraviesan los pómulos hasta el final de las cejas. Como si fueran astas, tienen -cada una de las dos rayas blancas- dos bifurcaciones del mismo color. La franja de piel correspondiente a los párpados y al puente de la nariz es azul; y los párpados inferiores y la parte superior de los pómulos, hasta las rayas blancas de las que se hablaba al comienzo, son verdes. Encima de las cejas hay otra raya blanca, y así parece que lleva puesto un antifaz de colores sobre la piel.

Ayer llevó también rojo. Sangre, óxido, lava, boca, fuego... Tan rojo como el palpitar de una herida, como la boca pastosa

tras un momento decisivo. Toda la barbilla era roja.


En el cuello tenía cuatro rayas: dos blancas, una azul y otra roja. Iban por parejas, así se agrupaban una roja y una blanca

(a la izquiera) una azul y otra blanca (a la derecha). Una balanza. Una balanza.


Y en el tobillo izquierdo, una pulsera de pintura azul ató el otoño recién llegado con el verano lejano.


Quién sabe, quizás la próxima vez los únicos colores sean el verde y el negro, y un duro caparazón marino con

hexágonos cubra la piel sensible.

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