Digamos que hace una semana, más o menos, me enteré de que el día 2 de septiembre tenía mi primera presentación del año en la universidad. Me preguntaron mis padres que si creía necesario que vinieran conmigo "Bueno, ya sabes que seis ojos ven más que dos" y les dije que no. Se supone que es una nueva etapa y, particularmente quería responsabilizarme yo del asunto. Desde el principio (que para algo ya me dediqué a comerme en su momento el marrón de hacer la matrícula en pleno julio).
El caso es que pensando que la mayoría de los asistentes actuarían como yo, llegué el día 2 de septiembre a Getafe. Y no fué así. De hecho, ocurrió todo lo contrario a lo esperado y fui de las pocas personas que fue por su cuenta. Tampoco era nada malo, sólo me sorprendió (es cierto que era un evento al que podían asistir los padres, así que no era nada del otro mundo).
El problema fue cuando al día siguiente, 3 de septiembre, me encuentro en otra presentación de la universidad (esta vez en Leganés, acerca de métodos para sacarle más provecho y rendimiento al estudio -completa pérdida de tiempo) y se repite el mismo patrón. Pero no sólo eso, si no que además el exponente de la charla comentó que era de agradecer la presencia de tantos padres en la sala, que no se podía esperar tal grado de implicación y compromiso por parte de todos los padres pero que aún así era una gran satisfacción. ¿Qué era esto? Y aquí es dónde me paro a analizar la independecia y el grado de autoridad y responsabilidad que he tenido con respecto a mi educación a lo largo de toda mi vida:
-La guardería (mejor no lo comentemos, ¿verdad?)
-El colegio: hasta el bachillerato fui a un colegio pequeño en el que no había separación entre primaria y la ESO; supongo que por eso, y por el hecho de que todo el personal del colegio conocía a los padres de cada alumno casi individualmente, la libertad y la responsablidad que teníamos no era muy amplia.
-Bachillerato: un pequeño cambio -paso a un instituto mucho más grande en el que ya empiezan a exigir a los propios alumnos algo más que sólo ir a clase. Es cierto que si quieres, tienes la posiblidad de saltarte clases, pero también te tienes que solucionar tú solito los problemas, y no van a estar papá y mamá detrás para ir a hablar con el profesor de turno cada dos por tres.
Y ahora tocaba la universidad. Mi idea era que mis padres no se involucraran más que para asuntos de gravedad en los que yo no tuviera nada que hacer. Pero por lo visto, el hecho de que vaya yo por mi cuenta y tome notas de lo que se dice en las presentaciones quiere decir que mis padres no están comprometidos con mi educación. ¡Gracias, vicerrector! Puede que, llevado al extremo, esto sea la causa de que las nuevas generaciones no aspiren a mucho, ni decidan marcharse de casa, ni estudiar para luego ser de provecho en algún lado... ¿Es culpa de los jóvenes que no nacen con el instinto de ir más allá -entre los que me identifico con toda seguridad (y vergüenza), o es de los padres que no les saben presionar para ayudar a despertar ese instinto?
En fin, no creo que haya generación espontánea de ni-nis, pero tampoco puedo explicar los motivos de su existencia, sólo puedo desear no llegar a ser una. Trataré de sacar provecho de esto de la manera que considere yo más apropiada.
Sólo pido una cosa: Querido vicerrector, ¿Le importaría no ensalzar el comportamiento de algunas personas prejuzgando (erróneamente) de la de otras?
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