Se ha sentado en su escritorio, tiene los sobres abiertos, los papeles desperdigados y bolígrafos por todas partes. Nota la emoción de estar haciendo algo distinto, pero a la vez, parece que estuviera rememorando cosas de un pasado no tan lejano. Y por la ventana se ve la sombra del Madrid que le dice adiós al verano. Todavía hace calor, y los toldos amarillos están bajados, por lo que la habitación tiene una luz mágica...
Y sabe perfectamente como empezar la carta y sabe también cuánta ilusión le hará recibirla. Se esmera en la letra, aunque eso sea lo de menos. Ha puesto música bajita para evocar momentos y recordarla. Sonríe para sí y cierra el sobre.
Coje sus cosas y sale por la puerta, no sin antes ir por el dormitorio y pasar un rato mirándola sin que ella se despierte. Baja las escaleras y busca los buzones. ¡Qué alegría comentar la tontería a la hora de la cena!
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