martes, 20 de diciembre de 2011

M'Anita

¡Ay Salzburgo! ¡Qué alegría haber ido a allí!

Cuando Anita me llamó por teléfono para contármelo no me lo podía creer: "Poppy, ¡Me han dado la beca! ¡Me voy para allá!" Era genial, se iba a hacer lo que siempre había querido: tocar el oboe. Y se me iba al mejor lugar al que podía ir. La iba a echar mucho de menos, pero era una oportunidad única.

Caminaba por las callecitas empedradas tratando de no resbalarme con el hielo y la nieve aplastada de la acera, y pensaba en la cantidad de veces que nos habíamos planteado el porvenir. Chamberí estaba lejos en el espacio y en el tiempo, pero de igual manera en mi cabeza se mantenía nítida la imagen de dos chicas que comentaban miles de problemas -o mejor dicho, tonterías- en un escalón de un portal serio.

Llegué al café dónde me había dicho que la esperara: el Café Mozart. Se trataba de un edificio del siglo XIX de ventanas amplias y con ornamentos dorados en la fachada. La verdad es que esa ciudad era maravillosa y desde el momento en que me bajé del avión tenía la certeza de haber llegado a un sitio especial. Me senté en una mesita de mármol de cara al interior del local y me distraje mirando los delicados frescos de las paredes.

-¡¡Poppy, ya estoy aquí!!- me gritó una voz a la espalda.
Me giré y la ví con su conocido gorrito de lana de dibujos en zigzag y con la bufanda tupida que le cubría gran parte de la cara, dejándo sólo visibles las dos mejillas coloradas por el frío y la nariz.
-¡M'Anita, en serio, qué ganas tenía de verte!- Nos abrazamos con mucha fuerza, como para partirnos las costillas, pero estábamos francamente ilusionadas de vernos... era de esperar.
-Cuánto tiempo hacía que nadie me llamaba M'Anita..-

Había sido su hermana pequeña Almudena la que empezó a llamarla así. Era una mezcal entre "Mi Anita" y "Hermanita". Y así se quedó en el cole también.

-Bueno, cuéntame. ¿Cómo te va todo esto? ¿Oboes? ¿Nieve? ¿Alemán? ¿Austriacos?- Añadí riéndome.
Se fue quitándo el abrigo y el gorro mientras se reía con mi broma y ví que se había hecho una permanente y ahora llevaba el pelo muy cortito.
-Bueno, me tomo las cosas con calma- Apareció un camarero de punta en blanco y en un perfecto alemán, M'Anita le pidió dos chocolates- Ya sabes, aquí hay muchas cosas, y hay que aprovecharlas. Pero Madrid... ¡Es mucho Madrid!.- Dijo guiñandome un ojo.
-¡¿Y la perm?! Madre mía, poquitos meses fuera parece que estuvieras en la peli de "Grease".-Nos desternillamos de la risa, y una señora gorda que estaba en la mesa de al lado nos puso mala cara.
-Ya sabes, ahora puedo hacer lo que siempre había querido-Me miró con complicidad y acto seguido se atusó el pelo con la mano izquierda como hacían las modelos del siglo pasado: poniendo la mano hueca y empujando la melena con suavidad de abajo a arriba. Ambas comenzamos a reirnos de nuevo sin poder evitarlo.
 Pasamos toda la tarde en el café. Y los clientes fueron cambiando, y cuando ya se había ido el sol y los copos de nieve volvían a caer sobre Salzburgo, salimos del local.

-Bueno M'Anita, espero que me avises con tiempo sobre cuando vuelves a Madrid.-
-Bah, descuida, Poppy, si sólo me falta cerrar las maletas.-Se rió -En tres semanas estoy allí otra vez.-




Tras otro abrazo (altamente perjudicial para la columna) tomó el tranvía 41 y se perdió en la noche austriaca mientras que yo paseé hasta mi hotel donde me esperaba una tarta sacher de otra ciudad austriaca cercana.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Zip your mouth, if you please

Él era una de esas personas que te miraban por encima del hombro. Pero jamás lo reconocería. Le queríamos mucho y él nos quería también, pero igualmente le encantaba ir de aquí para allá dando su opinión, sin importar si se la habíamos pedido o no. Deambulaba como si él hubiera vivido más experiencias que cualquiera de nosotros, pobres infelices que jamás habíamos pisado otra cosa que no fuera la monótona tierra en la que habíamos nacido. Y aunque era cierto que a veces tenía buenas ideas, era ese brillo ufano lo que le perdía por completo. Lo peor de todo era que los argumentos que tenía muchas veces eran irrefutables, pero no por ello del todo ciertos... o agradables de oír. Parecía disfrutar con sus comentarios.

De todas formas, en el fondo siempre supe que lo hacía porque se sentía perdido. Él era distinto, a su manera. No era más distinto o especial de lo que podíamos ser cualquiera de nosotros. Sólo que a él le gustaba remarcarlo. En contadas ocasiones le dejé irse con la suya, pero más que nada porque me daba un pelín de lástima.

Fausto iba con su pelo rubio repeinado, y con esos chalecos que le quedaban tan bien. Le encantaba salir por la zona antigua de la ciudad y no paraba de idear planes nuevos que el resto aplaudíamos. Arrasaba por doquiera que fuera: hombres y mujeres se giraban cuando pasaba por la calle. Podía haber sido modelo de alguna marca de prestigio, pero él sabía que la imagen de "alma libre" que trataba de proyectar no habría casado bien con aquello.

Pero aquel día ya fue demasiado: le expliqué que habíamos tenido que cerrar el taller y no se le ocurrió otra cosa que soltar otra de las suyas. Me miró tranquilo, abriendo mucho sus ojos negros expresivos y me dijo con su voz calmada: "Pero, cielo, ahora podrás dedicarte a ti misma. Lo sabes, ¿no?"

Yo le sonreí con calma, dejé el café en la mesa de la terracita en la que nos habíamos sentado, me levanté y me di media vuelta sin preocuparme de dejar algo para pagar lo que nos habíamos tomado. Hay cosas que no se dicen, Fausto lo aprendió tarde.

martes, 6 de diciembre de 2011

uptowngirl

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miércoles, 30 de noviembre de 2011

"AL NATURAL, QUE NO COMPRENSIBLE" Acto II

En el escenario ahora hay un puesto de helados a la derecha, y una castañera a la izquierda; entre los dos puestos hay una gramola que funciona sola. La pareja del fondo ahora está sentada en un banco tranquilamente charlando. Y Clotilde entra al escenario haciendo mucho ruido al taconear. Ya no llevan zapatos de charol, pero siguen llevando atuendos de los años cincuenta.

DOÑA CLOTILDE.- A la pareja ¡¡Les parecerá bonito!! ¡Siempre en medio! ¡Siempre en medio!

La pareja ni se inmuta y aparece Flor, que sigue a Clotilde y pone cara de hastío.

DOÑA FLOR.-Va, Clo, tampoco es para tanto, déjalos, ¡póbrecillos! que lo están pasando bien. Además hace mucho frío.

Aparece por la izquierda un nuevo personaje, Mr. Jersey. Un canadiense guapo y tranquilo.

MR. JERSEY.- Perdón, no he podido evitar oír su conversación. Y opino lo mismo, cada uno es mayorcito para hacer lo que quiera.
DOÑA CLOTILDE.- Ya, pero es que a mí ahora me pone nerviosa todo... ¡¡TODO!!
DOÑA FLOR.- Deberías calmarte, estabas más tranquila con Feo, ¡Y mira si salió todo mal la cosa al final!
MR. JERSEY.- ¿Feo? ¡¿Qué clase de forma de referirse a alguien es esa?!

Clotilde se pasea por el escenario con aire agobiado. Mira a Mr. Jersey con intriga y sigue paseándose.

DOÑA FLOR.- A Mr. Jersey. Verá señor, es una larga historia, aquí dónde nos ve, mi amiga y yo fuimos a una fiesta en la que todos íbamos con zapatos de charol, ¡Y dónde no tenían bolsas! ¡Fíjese! El caso es que estaba este caballero... Don Fernando, eso. Y ya ve, mi amiga tuvo un gran romance con él: quince minutos.
DOÑA CLOTILDE.- Con aire soñador ¡Todo un bohemio! Tan de principios de siglo... se pone muy seria. Pero no buscamos eso ahora ¿verdad Flor? ¡No queremos eso!
DOÑA FLOR.- Fue una fiesta fantástica, ¡si señor! Pero con gente muy plasta. Intenta hacer memoria. El señor aquel que me perseguía... ¿Te acuerdas, Cloti? yo ya ni recuerdo su nombre ¡oiga! Pero en esta calle se está mucho más tranquilo.
MR. JERSEY.- A Flor con interés pero sin descaro. Pero ¿su amiga sigue con ese señor que ha mencionado?
DOÑA FLOR.- No, no, qué va. El señor me perseguía a mí. Lo mira de arriba a abajo con interés y picardía y sonríe. ¿Es ud. casado, señor...?
MR. JERSEY.- Llámeme Mr. Jersey. Y no, me refería a su amiga. ¿El de los quince minutos volvió a aparecer?
DOÑA FLOR.- Con mal humor repentino. Clo, el caballero quiere hablar contigo.

Clotilde se queda muy quieta en el borde del escenario y espera a que se acerque Mr. Jersey. Flor, por su parte se acerca al carrito de helados y se dispone a comprar uno. Por la izquierda entra Don Pedro, el cual reconoce al momento a Flor y recorre el escenario sigilosamente sin ser visto.

DOÑA CLOTILDE.- Dirá usted.
MR. JERSEY.- Siempre he pensado que estos momentos son muy incómodos. Pero hoy suena música ¿Le parece bien que bailemos?

Bailan juntos, muy despacio. Sonríen con naturalidad.

DOÑA CLOTILDE.- Baila usted muy bien. ¿Dónde aprendió?
MR. JERSEY.- En Canadá. Allí enseñan a los niños a bailar desde que pueden tenerse en pie.
DOÑA CLOTILDE.- Yo tuve un amigo una vez al que le gustaba beber para todo, decía que así se veía más guapo...
MR. JERSEY.- Eso funciona, a mí me gusta beber, pero prefiero ir al natural. Lo pasaríamos bien bebiendo, pero ya es usted demasiado bonita al natural.

Callan los dos y reflexionan en un silencio intenso, pero cómodo. Mientras tanto, Don Pedro ha alcanzado a Doña Flor y le ha tapado los ojos para que adivine quién es.

DON PEDRO.- ¡Lará lará la laaa! ¡Sorpresa!
DOÑA FLOR.- Para sí. ¡Ay no! Me lo temía, estas cosas nunca la dejan a una en paz... A Don Pedro, sonriendo forzadamente. ¡Vaya! Pero si es...
DON PEDRO.- ¡Don Pedro! ¿Cómo está usted Doña Flor? La he echado mucho en falta en mis últimas fiestas.
DOÑA FLOR.- No, si ya me lo imagino. Grandes sus fiestas, muy grandes. Mirando boquiabierta a Doña Clotilde y a Mr. Jersey, que han dejado de bailar y se han sentado en el suelo de la mano y muy juntos. Pero sigue hablando con Don Pedro.¿Y su amigo el feo? ¿Sigue por la capital?
DON PEDRO.- Ah, no... se marcho hace bastante, cosas de ultramar. ¡Pero volverá pronto! Se nota que estamos en la calle, hace fresco y estamos más serios... aunque algunos siguen igual. Ríe señalando con la cabeza a la pareja del fondo que sigue a lo suyo.
DOÑA FLOR.- Bueno, verá. Yo me tengo que ir, que el helado se deshace y se me enfada el gato.
DON PEDRO.- Lo comprendo, lo comprendo. Pero antes de que se marche, tome mi tarjeta. Habrá una fiesta en mi casa el miércoles. Pensé en hacerlo el sábado pero resultaba demasiado "vulgar" como dicen ahora. Así que la espero allí. ¡Y avise a su amiga, si lo desea!
DOÑA FLOR.- Con mucho gusto asistiremos, pero sólo si hay bolsas esta vez... ¡Ah! ¡Y ni se le ocurra intentar regalarme otra silla! ¡Me tengo que ir!

Don Pedro se acerca a darle dos besos pero ella le esquiva con gracia y le da unas palmadas cariñosas en la espalda. Acto seguido se acerca a Clotilde y la levanta bruscamente. Don Pedro queda pululando por el escenario sin prestar mucha atención al resto de la acción.

DOÑA FLOR.- ¡¡Cloti, nos vamos!! ¡Hay que huír ya!
DOÑA CLOTILDE.- ¿Pero qué ocurre ahora Flor? Me estaba contando Mr. Jersey cómo cultivan ruedas dentadas en Canadá... Sonríe a Mr. Jersey con dulzura.
DOÑA FLOR.- Pues ya seguireis en la fiesta de Don Pedro. Toma a Clotilde del brazo y tratando de que no lo oiga Mr. Jersey Creo que me he enamorado Clo, lo creo en serio.
DOÑA CLOTILDE.- ¿Cuándo? ¿Ya? ¿Aquí? ¿Y Don Pedro vuelve a celebrar fiestas? ¿Volveremos a ir juntas? Sin esperar respuesta. Bueno, yo me despido y ahora me cuentas. A Mr. Jersey. Me ha gustado mucho su baile, pero mi amiga necesita que nos vayamos. No sabe cuanto lo lamento.
MR. JERSEY.- Bueno, ahora que llevamos treinta minutos juntos y que conocemos nuestros nombres de pila, la toma de las manos creo que es el momento de que formalicemos nuestra situación. La aprecio mucho al natural, Doña Cloti.
DOÑA CLOTILDE.- A mí también me gusta bailar con usted, Mr. Jersey. Y me ha calmado mucho.

Vacilan un instante, pero al final se alejan sin más. Doña Clotilde siendo arrastrada por Doña Flor.

DOÑA FLOR.- ¡Has olvidado darle la tarjeta! Agitando el papelito de Don Pedro con energía. ¿Cómo te encontrará?
DOÑA CLOTILDE.- Con la calma del Acto I. Es canadiense. Sabe bailar, y sabría llegar a una fiesta con los ojos vendados.

Hacen mutis las dos por el foro. Don Pedro vuelve a cobrar protagonismo y se acerca a Mr. Jersey.

DON PEDRO.- Verá caballero, soy especialista en complicar las cosas, y organizo una fiesta este miércoles. Venga con zapatos de charol a esta dirección. Le tiende una tarjeta idéntica a la que le ha dado a Doña Flor. No se arrepentirá.
MR. JERSEY.- ¡Pero si yo no lo conozco a ud.!
DON PEDRO.- Ya, pero son cosas del destino. Será una gran fiesta, se lo aseguro. Hace mutis por la derecha.

Se marcha la pareja también y queda Mr. Jersey sólo en el escenario. Baila sólo un rato unos pasos simples, se mira los zapatos, sonríe  y hace mutis por donde entró.

Lynn

Tendría unos 15 años, el momento de ser idealistas, de querer cambiar el mundo, de comenzar a pensar en el futuro... Siempre he estado muy concienciada con el peso de la mujer en la sociedad actual, y para mí nunca fue una opción casarme y dejar de trabajar. Esas cosas se inculcan desde la cuna. Tampoco soy de esas chicas que deciden vivir entorno a su novio. Ni lo quise ni lo fui.

Pero volviendo a esos 15 años: clase de biología, la teoría celular, la endosimbiosis. Lynn Margulis. Fue gracias a mi profesora de biología que apareció este personaje por primera vez en mi vida. Una mujer que llevaba trabajado toda su vida de una manera incansable. No sólo era un ejemplo a seguir por sus descubrimientos o por el interés que despertaban sus teorías en mi... si no porque era mayor, trabajaba y era mujer. (Muchos empezarán a defender la idea de que ya se acabó la era de la desigualdad, que este tipo de predisposiciones sólo conducen a provocar una discriminación positiva -con la que tampoco estoy de acuerdo-, pero yo me limito a decir: aún no se ha conseguido).

Fue en ese momento que se convirtió en mi ídolo, mi ejemplo. Cambié varias veces de idea, y finalmente decidí dedicarme al mundo de las finanzas y la economía, y adopté la idea (con mucha humildad, y sabiendo que debía ser tomada una utopía) de ser una Lynn Margulis... en económicas.

Estando este personaje en la cumbre de mis consideraciones, fui a verla a una conferencia. Avatares de la vida, meras coincidencias. La mejor conferencia a la que he asistido hasta el momento. Margulis quiso dar su charla en castellano (pese a que no era su lengua materna), pero la comisión organizativa no se lo permitió, y con un acento muy gracioso nos pidió disculpas a todos.

Es curioso, la gente admira a cantantes, famosos, actores y demás personajes públicos... A mí me gustan los científicos.

Ya intenté hace unos días dedicarle 140 caractéres al fallecimiento de Margulis. Una tarea demasiado arriesgada, y por eso me extiendo aquí. Una pena recorre el espinazo cuando la noticia llega a los oídos. Se recuerdan los ideales que habían quedado enterrados hacía ya un tiempo. Y se mira al frente deseando no olvidar porqué estoy donde estoy. Esperando una señal.

Echaré de menos tu ejemplo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Mi secreto

¡Qué alegría compartir un secreto como este!

No creas, darling, que se lo enseño a todo el mundo, ni que me es fácil llevarte a ese sitio y desvelarte qué significa para mí cada rincón. Pero lo he hecho, y ahora siento esa felicidad que uno tiene cuando da algo. Esa felicidad que parece más sólida que la experimentada al recibir. Y de verdad que estoy contenta de que sepas porqué tiene tanta importancia para mí esta ciudad.

Ese era mi secreto. Lo curioso es que gracias a  haber estado contigo allí, darling, es como si esos mis adoquines hubieran recuprado toda la fuerza que tenían. Desde hacía meses que el sitio no me parecía lo mismo, no se me había perdido nada por allí... pero en cuanto puse un pie en la gran avenida, teniéndote a mi lado, supe que me reencontraba con un viejo amigo... o dos.

Así ya ves, has chocado la gran mano, como hacen aquellos que protagonizan mis anéctdotas; has visto el cubo, presidente de los pic-nics y sobre todo... mi bulevard.

Ya ves, darling, espero que pronto leas estas palabras que te escribo y dejes las malas ideas de lado. Comparte conmigo este nuestro secreto y que te sirva de base para que no todo parezca tan poco relativo.

Espero poder escribirte pronto contándote que he ido bailando por ahí...

Poppy

lunes, 14 de noviembre de 2011

Confesiones

Me senté con Fadrique al borde de la balsa y se lo confesé todo. Ya no hacía ese calor de verano tan agradable, ahora el cielo estaba gris; gris como las palomas, un gris sucio. Llevábamos los dos sendos abrigos marrones y las bufandas rojizas que tejió Vicenta para nosotros, los mayores. Y él con su mano protectora jugaba con el agua verde y con las carpas curiosas que se le acercaban de entre las algas.

Le conté a Fadrique cómo habían sido las cosas: cómo había empezado todo una tarde tonta y fría y una noche lluviosa, cómo habían ido cada una a su ritmo -muy rápida y muy lenta- y cómo habían llegado al punto actual.

Se lo conté todo muy seria, con ese semblante que se me pone cuando algo me ronda la cabeza un tiempo y él me arropó con el brazo y me dijo que no me agobiara. Un pato llegó en ese momento a la balsa y sin pensárselo dos veces se zambulló por completo.

-Escríbelo- me dijo. -Escríbelo todo. Todo lo que me has contado a mí, cuéntaselo al papel, y cuando hayas acabado, léelo y piensa bien todo lo que ha pasado.-

Así pues entré en casa, le pedí prestado a César una de sus hojas amarillas de cuaderno y me puse a escribir: hablé del pasado y del presente, de cómo cómpetían y se complementaban... y vomité todo lo que tenía guardado. Sirvió para reflexionar. Intenté pensar en el punto de inflexión, ¿Cuándo se había desequilibrado la balanza? ¿Quién había tomado la decisión? ¿La cabeza o el estómago?

Y me dí cuenta de que no tenía dudas. Una de las opciones había muerto; muerto como cuando se muere un libro al llegar a la última página. No había sido el tiempo, ni los kilómetros, ni nada... se apagó cómo cuando una bombilla se funde. Fue como uno de esos fines de semana que nos llevában a los cinco a esquiar: volvíamos a casa cansados, tras dos días muy intensos... pero habían sido dos días al fin y al cabo.

Parecía que el recuerdo del pasado destruía el presente. Esa fue mi conclusión. Y a la mañana volví a hablar con Fadrique junto a la balsa. Esta vez llovíznaba, pero al igual que el día anterior, las moreras seguían sin hojas.

-Eso es- Me dijo- ¿Ves cómo mi consejo funcionó?- Miré a mi hermano sin comprender muy bien, pero esperé a que prosiguiera -Ya lo tienes escrito, déjalo marcharse de tu cabeza. Es momento de que mires y veas lo que está pasando. Pero cuida tu recuerdo y ponlo a salvo en una vitrina de la memoria, no hay porqué tirar el bagaje que llevamos. Es cómo los álbumes de fotos de Vicenta, no se puede vivir en ellos, pero nos enriquecen.-

Mi hermano me sonrió con dulzura y volvió a entrar en casa con aire desenfadado. Yo miré mis apuntes perpleja. Y entonces entendí qué tenía que hacer: los releí con la ternura del recuerdo, y tras hacer un barco de papel con todo el primor que pude, con la determinación del momento puse el barquichuello en la balsa y lo dejé hundirse mientras la tinta campaba a sus anchas por el papel y los restos quedaban para siempre en el fondo de mi estanque.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Otoño en mi Madrid favorito

En mi Madrid favorito llueve. Son días grises y parecen tristones, pero no lo son. Malasaña vestida de hojas marrones y ocres. Chamberí hace de túnel de viento, y bajo los andamios esperan los minutos enamorados.

Atrás queda el inconcluso verano.

Bares y cafés alternativos, bohemios, "indies" -que dicen ahora- escondidos en las esquinas de cualquier calle de Malasaña y en las plazoletas nos ofrecen cerveza ilegal. Chupitos de noche y estrellas escondidas, un frío mojado se cuela por los abrigos... pero que tampoco importa.

Por mi Madrid favorito paseo, vivo, siento. Historia que se desprende de las paredes, como se desprende el barro de los ladrillos de las fachadas cuando hay humedad. Y en un semáforo, una boca de metro, una esquina cualquiera nos paramos.

La calle Fuencarral, con sus tiendas, con la gente que pasea... Los gafapastas embutidos en abrigos modernos y gorros curiosos. Paseé por callejuelas escuchando mi propia banda sonora, y llegué a los destinos puntual. Cambio de costumbres.

Mi Madrid favorito sigue ahí, los afortunados tienen fiesta de vez en cuando y yo la echo de menos. Pero tampoco me importaría ver Madrid desde las afueras. Ver la vista de las cuatro torres, de las quío, de la masa de edificios desde un soto.

Adorado art decó... de mi Madrid favorito.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Sentir la realidad a flor de piel

Está por todas partes, se respira. No es que las bajas temperaturas hayan llegado de una vez (pensé que nunca lo harían), es algo más grande que todo eso. Tampoco es que la castañera de mi barrio haya vuelto a montar su tenderete (lo cual me recuerda que debería ir a por castañas en cuanto pueda). Elecciones.

Hay algo así como varios grupos de personas: las que tienen la ilusión de los primeros votos, y con ellos aspiran  a cambiar el mundo; las que se mantienen impasibles frente a la situación, porque siempre lo han estado y las desengañadas del mundo, que votarán (o se abstendrán) como acto rutinario.

No soy activista, no soy tampoco nada del otro mundo, ni una idealista aguerrida... ¡Ójala lo fuera! Idealismo moderado, diría yo. O con la sangre muy tierna como para no hacer nada. Flexibilidad rígida.

En fin, rumiaré las ideas hasta ese fatídico día, y para entonces espero tener la respuesta a los problemas del mundo, o, al menos, aquella solución particular -acorde con mi tendencia- que mi cabeza lleva intentando alcanzar desde antes de que el censo electoral llegó a casa.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Warning

"Decidiendo entre sólo soltar una mirada de aviso, con la que no haga falta decir nada más o ir a la yugular directamente."

lunes, 24 de octubre de 2011

Mis veinte niñas

Tengo veinte niñas... y tengo miedo.

Llego a la clase, cargada de energía, como todos los lunes "Hello girls! How are you?" Todas me responden con gritos y alboroto (cosas de los seis, los siete y los ocho años). Paso lista, y SIEMPRE hay alguna que falta. Envío a las más responsables al patio a buscar a las desertoras. Y con el resto me voy a clase.

Todas sonrientes, animadas, con los "babys", las faldas los calcetines azules y el polo del uniforme. Y sin que me vean, sonrío pensando en que escasos diez años atrás yo estaba en su misma situación. Es como mirarse en un espejo y ver el reflejo de uno mismo algo distorsionado. Pero el concepto es el mismo.

Se mueven como si fueran bolos de una bolera: sin orden ni concierto y a pasitos cortos, todas bajitas riéndose de cosas que yo ya no entendería y extasiadas con la clase.

"Drama club, girls, drama club" Les digo. "Pero teacher, is it Drama class o Drama club?" me preguntan las más avispadas. Ahora hacemos un círculo ¡Imposible que se callen! Una interpreta en el centro ¡Belén, no hables más con Aurora! Y claro, pese a lo mucho que me duele, como no se calla tengo que echarla de clase... ¡Y aún así es que a la mínima se revolucionan! "Gestures, girls, gestures" y todas se vuelven como locas y comienzan a hacer como si tocaran una pared invisible con sus manitas mientras gritan desaforadas: "¡¡Mimos, mimos, mimoos!!"

No debería reírme y seguirles el juego, pero es graciosísimo verlas. Y pese a lo cansada que llego a casa, preparo la clase del día siguiente con ganas.

No sé a dónde nos llevará todo esto, pero le estoy poniendo mucha ilusión. Y espero que mis veinte niñas acaben por bordar su personaje en la obra de navidad, bueno, no voy a ser tan avariciosa: me conformo con que se lo pasen bien (y que lo borden en junio).

Marcando territorio

El bosque es grande, pero cada uno tiene que saber dónde aposentarse. El ciervo, manso como siempre, ha ido a la otra esquina de la explanada, y tras cerciorarse de que es un buen sitio, ha marcado terreno frotando su cornamenta contra el roble.

Con las últimas lluvias tuvo que cambiar su refugio, y de ahí el cambio de ambientes. Todavía le queda parte del pelaje claro de verano... pero en pocos días se habrá difuminado por completo y volverá a estar abrigado para la temporada que se avecina. Y ni los tímidos rayos del sol, que de vez en cuando recuerdan altas temperaturas de antaño, conseguirán que vuelva a tener ese color canela.

Un pájaro pequeño y gordinflón ha entrado en la zona. Es curioso, porque el ciervo ya se ha mentalizado de su mudanza. Con cautela y seguridad mira al pájaro, el cual le sostiene la mirada con picardía, hasta que finalmente se marcha. El ciervo no sabe realmente qué habría pasado si el pájaro se hubiera metido en su antigua zona... pero ese no era el problema. 

"Este no ha sido difícil" Se dice el ciervo "Pero los habrá peores... y el invierno es largo".

Y tras lo cual pasa a afilar su cornamenta en el árbol más cercano.

domingo, 16 de octubre de 2011

Oí música

Son tonterías que escuchas en todas partes, en los cafés, a la gente de la esquina, a los chicos mayores del colegio... exageraciones. Nada más.

¿Nada más? Primero piensas que a todos les ha debido de pasar algo, de fijo que no están cuerdos o que hasta consumen alguna cosa; pero luego... luego una duda comienza a picar las entrañas de forma amistosa y algo insistente.

Particularmente, nunca lo creí: "¡Y  justo en ese momento oyes música!" ¿Quién es el volado que dice eso? Y aún peor, ¿Quién es el idiota profundo que se lo cree? Será que en momentos como esos estás a otra cosa o que idealizas todo en tu cabeza para que sea impresionante, o, ¿por qué no? a la gente le gusta exagerar y fardar de lo que sea.

En fin, creo que ahora deberé decir que estoy voladísimo, y necesitaré idiotas que me escuchen y me crean. Yo que me había reído de todos, volví a casa fastidiadamente contento. ¡Tenían razón esos idiotas!


...mientras te besaba en el portal, oí música.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Cada oveja con su pareja...

         an instant, a place...  

...a club, a roof...
     ...winter

                              ...summer or autumn.

domingo, 9 de octubre de 2011

happy fun-fun pack

"¿Te sientes triste? ¿Agobiado? ¿Vacío? Para esos días en que te ves miserable: ¡¡Happy fun-fun pack!!" dice la tele. "No es necesario sufrir, llámanos y en seguida conseguirás tu Happy fun-fun pack. ¿Te ha dejado tu chica? ¿Le echas a él de menos? ¡No llores mientras tomas esa tarrina de helado de chocolate a cucharadas! ¡No te las des de poeta intentando escribir versos cutres sobre el aroma de su pelo! Llámanos y te olvidarás en seguida." Sigue el presentador enseñando la cajita con dibujos de colores. "¿Te han echado del trabajo? ¿No valoran tu esfuerzo? Estás a una llamada del bienestar completo. Científicos de todo el mundo han comprobado la eficacia de este producto y lo avalan sin reparos (...)"

Él mira a la ventana con aire perdido. Piensa un poco. No tiene ganas ni de cojer el teléfono... pero quizás sea la solución.

P¡iiiii, piiiiiiiiiii, piiiiiiii -Su happy fun-fun pack al instante, ¿digame?- le atiende una mujer de voz suave.
-Buenas, yo...- se le apaga la voz ¿Qué está haciendo? Si lo suyo no tiene solución... lleva días y días así. Sin cambios.
-Espere, no cuelgue por favor. Dígame su dirección, le aseguro que esto funciona.
Tras pensarlo unos instantes, se la dice. Es curioso, porque en ningún momento ha dicho que tenía intención de colgar...
-Muy bien, señor, ¿Es el pedido para ud.?- pregunta la mujer.
-Ehh.. claro, sí.-
-Es que necesitamos saberlo para personalizarlo.- se oye un ruido de papeles de fondo y vuelve la voz femenina- Ya está todo listo. Llegará en aproximadamente 6 horas.-
-¡Pero si son las 10 de la noche!-
-Mire señor, la felicidad no puede esperar. Esa es nuestra máxima. Y no se preocupe por el papeleo, que ya lo organizaremos nosotros. Usted disfrute su happy fun-fun pack.-
-Buenas noches-
-Buenas noches-

La furgoneta carga las cajas. Cada una lleva una etiqueta "Isaac Fernández" "Llanes Armíral" "Silvia Helíces" "Pablo Bergo" y otros muchos más. Las farolas calladas iluminan débilmente el asfalto y las puertas de las casas. La furgoneta de colores va parando en todas y cada una de las viviendas. El operario vestido de colores, tras llamar a las puertas, deja las cajitas de colores y se monta en la furgoneta para proseguir la ruta.

Como las matemáticas, así de simple: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... personas felices. Ni trampa ni cartón. Han abierto las cajas. Y cada una estaba hecha de determinada manera, para un destinatario.

Se despierta. Pese a que es un día nublado se da cuenta de que es un día nuevo, distinto al anterior. Aire limpio y nuevo entra por las ventanas.


--¿Y el happy fun-fun pack? Ah, eso lo han recogido los del camión de la basura hace unas horas.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Y el teléfono no suena.

Chopín se muere por el patio de mi casa, Albéniz parece escupir piedras cuando grita "¡Asturias!" a pleno pulmón hasta que se le desgarra la garganta por los siete pisos. Bethoveen se ha marchado hace ya un rato y Debussy está asomado a la ventana intentando ver la luna grande y blanca que pasa por un trozo de cielo a las 2 de la mañana.

No puedo dormir.

Son redobles de "re" en los oídos, son charcos y reflejos, melodías de otros tiempos que hacen que el presente sea más vívido... que la idea sea fija. Nocturno. Se para el tiempo y la puerta a lo etéreo se abre. Lo etéreo está vacío, lo intangible es lo presente, el insomnio es la realidad y el sueño no existe.

Me voy con ellos a la ventana. Charlemos.
"Por qué no suena?" Les pregunto.
"Ya sonará" Dice Debussy.
"Está en ello, no te preocupes" Consuela Chopin.
"Haz como yo" Anima Albéniz.
Grito "¡¡Asturias!!" yo también; muero por el patio; y con las manos, toco la luna grande y blanca. Un claro, un vals, una raíz flamenca...

No puedo dormir, porque el teléfono no suena.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Pinturas

  Hay dos rayas blancas que van desde ambos lados de la nariz y atraviesan los pómulos hasta el final de las cejas. Como si fueran astas, tienen -cada una de las dos rayas blancas- dos bifurcaciones del mismo color. La franja de piel correspondiente a los párpados y al puente de la nariz es azul; y los párpados inferiores y la parte superior de los pómulos, hasta las rayas blancas de las que se hablaba al comienzo, son verdes. Encima de las cejas hay otra raya blanca, y así parece que lleva puesto un antifaz de colores sobre la piel.

Ayer llevó también rojo. Sangre, óxido, lava, boca, fuego... Tan rojo como el palpitar de una herida, como la boca pastosa

tras un momento decisivo. Toda la barbilla era roja.


En el cuello tenía cuatro rayas: dos blancas, una azul y otra roja. Iban por parejas, así se agrupaban una roja y una blanca

(a la izquiera) una azul y otra blanca (a la derecha). Una balanza. Una balanza.


Y en el tobillo izquierdo, una pulsera de pintura azul ató el otoño recién llegado con el verano lejano.


Quién sabe, quizás la próxima vez los únicos colores sean el verde y el negro, y un duro caparazón marino con

hexágonos cubra la piel sensible.

lunes, 19 de septiembre de 2011

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (conclusiones y bibliografía)

CONCLUSIONES
Tras este análisis de las dos tendencias estudiadas, podemos observar que en líneas generales, el pensamiento de Platón y el de Foucault constituyen dos propuestas muy distintas, pero que comparten ciertos detalles más particulares.
Las grandes diferencias encontradas son, en primer lugar, las consecuencias que tiene la educación para el individuo: Platón asegura que se trata de una liberación en sí misma (pese a que respalda cierto control sobre el proceso de aprendizaje del alumno) que consigue que el individuo tenga recursos propios con los que desenvolverse más fácilmente en el mundo, mientras que Foucault alega que la educación (o más bien las instituciones en las que se imparte la enseñanza) implican una alienación del alumno, el cual se ve sometido a una observación y a un control rigurosos que no dan pie a que sea una persona libre e independiente. Otra diferencia entre las ideas de los dos filósofos es el objetivo que tienen al estudiar la educación: si bien Platón está interesado en dar los patrones a seguir para establecer la educación perfecta para un Estado ideal; Foucault por el contrario, analiza el tipo de educación ya existente y lo critica sacando los principales defectos (como esa alienación de alumnos subyugados al poder de los maestros y del sistema), pero sin dar alternativas posibles. Dando un paso más, podemos afirmar que el sistema de educación criticado por Foucault es en verdad el modelo planteado por Platón 2500 años antes y desarrollado por una sociedad guiada por pensadores posteriores. Aquí puede surgir una posible investigación futura: ¿El análisis de Foucault no alberga ninguna propuesta? ¿Cuáles son los ideales que maneja su crítica de la educación real?
Se pueden encontrar, a su vez, varias similitudes entre los dos pensamientos que vienen derivadas de las reflexiones anteriores. En primer lugar ambos autores tienen en cuenta el control que se puede dar sobre los individuos que van a ser educados, Platón lo respalda con el fin de no dejar que estas personas se pierdan en el camino del vicio y, por consiguiente, que no lleguen a ser el tipo de sujetos que se persigue; Foucault, en cambio, critica este control sobre los alumnos porque piensa que les afecta negativamente y que impide su pleno desarrollo como personas independientes. Y por último, ambos filósofos conciben la educación como algo fundamental en cualquier sistema, puesto que gracias a ella se pueden sostener las estructuras sociales y políticas, compuestas, en última instancia, por individuos. En consecuencia, si controlas y determinas a los individuos uno por uno, controlarás y determinarás también a la sociedad en su conjunto.
REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA

FOUCAULT, M. “Las redes del poder” Traducción del francés al portugués de Ubirajara Reboucas, Traducción del portugués al castellano de Helosia Primavera, Ed. Almagesto, Colección mínima, 1991.
FOUCAULT, M. “Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones” Ed. Alianza, 2001.
PLATÓN, “La República o el Estado” Traducción de Patricio de Azcárate, Ed. Espasa-Calpe, 2006.
STRATHERN, P. “Foucault en 90 minutos” Traducción de José A. Padilla Villate, Ed. Siglo XXI, 2002 (octubre).
SAUQUILLO, J. “Para leer a Foucault” Ed. Alianza, 2001.

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (cuerpo)

Liberación y prisión:
La educación que las personas deben recibir, según Platón, esta relacionada con el alcance de una verdad universal como muestra en la alegoría de la caverna. Considera infelices e ignorantes a aquellos que no han tenido la fortuna de salir al exterior y contemplar el mundo, los objetos, y el sol, es decir, de aprender. Sólo una vez que se conoce todo aquello, el individuo experimenta una liberación, y de hecho “Si en aquel acto recordara su primera estancia, la idea que allí se tiene de la sabiduría y a sus compañeros de esclavitud se sentiría feliz de haber tenido esa experiencia y se compadecería de la desgracia de aquellos que prosiguieran viviendo en la caverna”1. es decir, la persona llega a un nivel moral, de conocimiento y de experiencia superior; deja de pensar de la manera en que lo hacía en la caverna y de alguna forma tiene más recursos gracias a esa vivencia. El aprendizaje logra que el individuo deje de estar ligado a los patrones que marcan las convicciones, y la actuación de aquellos sumidos en la ignorancia de la caverna: “¿Crees que envidiaría aún los honores, las alabanzas y las recompensas que allí, supuestamente, se dieran al que reconociera las sombras a su paso, al que con más seguridad recordara el orden en que marchaban yendo unas delante y detrás de otras juntas (…)?” 2. Es por esto que se puede hablar de liberación: la persona que ha aprendido, que tiene experiencia de la verdad, que conoce el mundo de las ideas, tiene más herramientas a su disposición para desenvolverse. No hay que confundir, sin embargo, el control riguroso que defiende Platón en la manera en que se debe educar a los individuos (restringiendo sus actividades, el tiempo que deben emplear a cada materia o incluso las materias que deben estudiar) con la libertad que se consigue conforme se va aprendiendo y acumulando experiencia.
Por el contrario, Michel Foucault tiene una concepción totalmente opuesta acerca de la educación. En primer lugar, no se centra en el proceso de aprendizaje que experimentan los individuos, sino que su análisis sólo atañe a las instituciones destinadas a la enseñanza. El filósofo francés establece una relación entre los colegios y las prisiones; no sólo porque en las cárceles se trata a los delincuentes como alumnos que deben aprender a reintegrarse en la sociedad, sino porque en las escuelas los niños son tratados también como delincuentes. En las instituciones de enseñanza el objetivo es lograr que los individuos que se educan sean capaces de adaptarse a una sociedad que no acepta sujetos que se desvían de “la norma”, de lo establecido. Se busca la producción de personas obedientes y esto se consigue por medio del control: “y es necesario, a pesar de esa multiplicidad de alumnos, que se logre una individualización del poder, un control permanente, una vigilancia en todos los instantes, así, la aparición del vigilante o celador, que en la pirámide corresponde al suboficial del ejército; aparición también de las notas cuantitativas, de los exámenes, de los concursos etc.”3. Foucault afirma además que los mecanismos que se emplean para tener bajo control a los alumnos son múltiples, variados y hasta pueden, en un principio, parecer inofensivos pero que en el fondo están cuidadosamente pensados: “Vean, por ejemplo, como ustedes están sentados delante mío [sic] en fila. Es una posición que tal vez les parezca natural, sin embargo, (…) los ojos del profesor pueden individualizar a cada uno, puede nombrarlos para saber si están presentes, qué hacen, si divagan, si bostezan etc.”4.
Así pues, la idea de este filósofo es que la educación significa una alienación; puesto que el objetivo es que todos los individuos educados sean idénticos en el sentido de que van a ajustarse al modelo de persona que desea la sociedad, no se les puede dar libertad a estos alumnos sino que deben estar sujetos en todo momento por una serie de mecanismos (los exámenes o los vigilantes antes mencionados) creados para controlar. Es decir, predomina la idea de que la educación no tiene como objetivo formar personas capaces, con recursos o con conocimientos, sino que se desean individuos que sigan un patrón de conducta determinado.

Un ideal frente a un ataque:
Una de las principales diferencias entre las ideas sobre la educación de los dos filósofos es la forma en que plantean la cuestión; no tiene nada que ver la crítica que enuncia Foucault, con esa educación ideal que construye Platón.
Platón, en su obra “la República” habla sobre la creación de un Estado justo, una compenetración de ciudadanos que busca alcanzar la perfección; y en esta empresa la educación de los ciudadanos cobra una gran importancia. Para el filósofo griego, el Estado -al igual que el alma- se dividía en tres partes según su constitución: la irascible (que la formaban aquellos que se encargaban de la guerra), la concupiscible (que eran los productores o los mercaderes), y la racional (formada por los filósofos que gobernarían la nación). Debido a esta división, la educación debía llevarse a cabo de una manera determinada para conseguir el Estado ideal que se perseguía. De acuerdo con la constitución de los niños (en cada uno predominaría una parte diferente de entre las tres) la educación sería diferente, no se podía educar igual a un futuro artesano que a un futuro gobernante. En especial, Platón pone interés en la educación de los filósofos y de los guerreros, porque, debido a su escasez y a su relevancia social (en el caso de los dirigentes filósofos serán ellos los que tomen las decisiones), los considera de las más importantes: “Podemos asegurar igualmente (...) que las almas mejor nacidas se hacen las peores por medio de una mala educación”5. Aparte de que del resto de almas (en las que domina la parte concupiscible) Platón no se preocupa demasiado, porque al ser mediocres no podrían hacer grandes cosas, ya sean buenas o malas; no son relevantes, y no importa que se hable de ellos como individuos o refiriéndonos a aquella gran masa común que compone la sociedad: “De las almas vulgares puede decirse que jamás harán ni mucho bien, ni mucho mal (…) ni como particular ni como hombre público”6. El filósofo griego da unas pautas muy detalladas de cómo se debe educar a lo largo de toda su vida al tipo de niños que en un futuro tendrán grandes responsabilidades para con su Estado (los filósofos y guerreros): “Es preciso que los niños y los jóvenes se dediquen a los estudios propios de su edad, y que en este periódo de vida (…) se tenga un cuidado particular (…) de auxiliar mejor al espíritu en sus trabajos filosóficos. Con el tiempo, y a medida que el espíritu se forma y se madura, se reformarán los ejercicios(...). Y cuando, gastadas las fuerzas, no les sea posible ir a la guerra ni ocuparse de los negocios del Estado, entonces se les permitirá consagrarse por entero a la filosofía” 7. Y según él, para enseñar a los niños se les debería dar la oportunidad de que estuvieran presentes en el trabajo que, con el tiempo desempeñarían; por ejemplo, en el caso de los futuros guardianes, se les debería llevar al campo de batalla: “Llevarán consigo aquellos hijos (…) a fin de que, vean desde pequeños luego lo que un día tendrán que hacer ellos mismos”8. Si tenemos en cuenta todas las instrucciones que dictamina Platón, como la restricción de los tipos de música a escuchar o la censura de ciertos poemas que podían transmitir mensajes inadecuados, acerca de cómo se debe educar a un niño (especialmente si va a tener alguna posición de relevancia dentro del mecanismo del Estado) podemos llegar a pensar que el filósofo defendía un cierto control más o menos riguroso sobre este tema a fin de que la gestación de su Estado ideal saliera bien.
Los comentarios de Platón sobre la educación en “La República” van dirigidos a la creación de un Estado ideal, por eso tienen como fin establecer una serie de directrices acerca de cómo se debe instruir a los niños para alcanzar una sociedad utópica.

En cambio, el enfoque de Foucault es totalmente diferente, puesto que no da las pautas a seguir para educar a los componentes de una comunidad para lograr establecer un tipo de sociedad concreto, sino que analiza un sistema educativo ya existente -tomando el caso específico occidental de Francia del siglo XX (que no es muy diferente del actual)- para criticarlo y determinar cuáles son los problemas y defectos principales del mismo. Más que una construcción filosófica, más que un intento de idear, de armar una teoría acerca de la buena educación y su relación con el Estado, Foucault va a realizar un estudio sociológico y crítico. La intención de este filósofo es denunciar y desenmascarar los intereses de aquellos que tienen el poder más que proponer un sistema ideal. El filósofo relaciona la educación con la posición que tiene un individuo dentro de una sociedad determinada (suele ser también la Francia de hasta finales del siglo XX) partiendo de la premisa de que todos los individuos que la componen son iguales -sin establecer diferencias de manera de ser, como hacía Platón-. Michel Foucault examina la dinámica de funcionamiento de las instituciones principales de educación para niños y jóvenes:“Fue primero en los colegios y después en las escuelas secundarias donde vemos aparecer estos métodos disciplinarios donde los individuos son individualizados [sic] dentro de la multiplicidad.”9 Aquí llama la atención que puesto que Foucault no tiene como objetivo dar unas directrices de la buena educación, no tiene en cuenta (cosa que sí hace Platón) el aprendizaje que puede tener una persona tras haber abandonado la infancia y la juventud. Y sin tratar el proceso de asimilación de conceptos o de experiencias por parte del sujeto critica y denuncia el empequeñecimiento (o en ocasiones la anulación) de la libertad de los educandos que se da dado debido al funcionamiento de las instituciones de enseñanza: “El colegio reúne decenas, centenas y a veces millares de escolares, y se trata de ejercer sobre ellos un poder que será justamente menos oneroso. Allí tenemos un maestro para decenas de discípulos y es necesario, a pesar de esta multiplicidad de alumnos, que se logre una individualización del poder, un control permanente una vigilancia en todos los instantes.”10
Así pues, mientras que de las teorías de Platón se podría decir que son constructivas, las de Foucault resultan destructoras, que atentan contra la educación ya establecida pero sin dar alternativas posibles.

La educación como medio para sostener un sistema político:
Los dos filósofos coinciden en la importancia que tiene la educación en cualquier sistema político. Por las reflexiones de ambos podemos deducir que son conscientes y que apoyan la idea de que la formación de individuos constituye un tema de vital importancia en la política.
Tanto Platón como Foucault enfocan la educación como la formación de aquellas personas que van a interactuar de alguna manera en la sociedad (ya sea desde un punto de vista político, económico o de cualquier otro tipo); por eso consideran tan importante el hecho de que la educación sea la correcta.
Platón, en concreto, considera que no puede haber diferencias sociales y políticas debido al origen familiar de cada individuo, pero cada ser humano tiene unas cualidades que le hacen apto para llevar a cabo unas actividades u otras, y por eso se debe dar una división del trabajo ligada a una educación específica para cada tipo de persona. También habla siempre de estos sujetos a educar como instrumentos que en el futuro desempeñarán una serie de funciones dentro del Estado y tiene en cuenta a hombres y a mujeres situando a ambos en un mismo plano de importancia; pone como ejemplo el caso de los guerreros y sus mujeres: “Por consiguiente: las mujeres de nuestros guerreros (…) participarán de los trabajos de la guerra y de todos los que exija la guardia del Estado. Sólo se tendrá en cuenta la debilidad de su sexo al asignarles cargas más ligeras que a los hombres.” 11.

Un punto muy importante dentro del pensamiento de Platón es la supeditación de la felicidad individual a la colectiva: puede que los guardianes no estén del todo satisfechos con la educación que se les da que les anima a vivir de determinada manera (careciendo de riquezas y otra serie de lujos), pero es más importante que el Estado en conjunto funcione correctamente puesto que este hecho en sí provocará la felicidad particular en los individuos.
Dependiendo del grado de felicidad colectiva y del buen funcionamiento del Estado (dos parámetros muy unidos entre sí) podremos determinar el éxito que haya alcanzado la sociedad que se ha formado. Así, Platón asegura que es imprescindible una buena educación (remarcando en especial la de los gobernantes) para que se puedan cumplan gran medida los dos parámetros antes mencionados: “Procuremos, pues, a todo trance, que los ministros no hagan lo mismo respecto a sus conciudadanos, tanto más cuanto que tienen en su mano la fuerza, y que en lugar de ser sus defensores y protectores, puedan convertirse en sus dueños y tiranos. (…) ¿No es el modo más seguro de prevenirlo darles una buena educación?”12

Foucault también enlaza la cuestión de la educación con la permanencia de un sistema, no habla precisamente de un sistema perfecto en el que se den unas relaciones armoniosas entre los individuos con repartos de tareas y compenetración, sino que alega que para que unos pocos sigan manteniendo el poder sobre el resto se deben dar una serie de factores (entre ellos una educación específica que controle y subordine a los individuos).
El filósofo francés se centra en el cambio de los grupos que ejercen el poder en el Antiguo Régimen y en los sistemas constitucionales posteriores; si bien al acabar con la concepción del origen divino del poder que tenían los monarcas ya no hay excusas por las que seguir teniendo bajo control a las masas (por medio de ese control se mantenía la dinámica de la sociedad, se podía recaudar o legislar etc.), al aparecer la educación institucionalizada y regulada esa alta burguesía (que es quién ha recogido el testigo del poder que pierde la monarquía) puede mantener a los individuos vigilados de nuevo sin necesidad de buscar nuevas excusas. “Disciplina es, en el fondo, el mecanismo del poder por el cual alcanzamos a controlar en el cuerpo social hasta los elementos más tenues por los cuales llegamos a tocar los propios átomos sociales, eso es, los individuos. Técnicas de individualización del poder. (…) Otro lugar en el que vemos aparecer esta nueva tecnología disciplinar es la educación.”13
En esta cuestión de mantener un sistema ya establecido con una jerarquía y una dinámica determinadas tienen mucha importancia otro tipo de instituciones además de las de enseñanza: Foucault habla de las prisiones y los psiquiátricos como herramientas con las que cuenta el sistema para perpetuarse. El objetivo principal consiste en mantener los órdenes establecidos, las complejas relaciones de poder sobre las que se fundamenta un sistema social y político. En principio, las instituciones de enseñanza serían las primeras en intervenir sobre los individuos (puesto que se les trata cuando son todavía niños), más tarde, de no surtir efecto las medidas llevadas a cabo en estos organismos se pasaría a someter a aquellos individuos que no aceptaran las normas a otras instituciones como las prisiones o psiquiátricos. En definitiva, Foucault afirma que no es sólo mediante las escuelas que se sostiene un sistema, sino que se trata de una red de instituciones (como las prisiones, los psiquiátricos antes mencionados, y hasta las fábricas o los lugares de trabajo) que se coordinan para mantener el orden establecido. Pero al contrario que en el sistema que defiende Platón (aquel en el cual se da una justicia política en pos del buen funcionamiento de lo común, y con ello de lo individual), el sistema que se mantiene por medio de este entramado institucional busca mantener un orden en beneficio de un interés particular: de una clase o forma de vida que mantiene el poder.

1 PLATÓN “La República o el Estado” Traducción de Patricio de Azcárate, Ed. Espasa-Calpe, 2006 516c Pág. 294
2 Íbid., Pág. 295
3 FOUCAULT, M. “Las redes del poder” Ed. Almagesto, Colección mínima, 1991 Pág. 4
4 Íbid.
5 PLATÓN, op. cit., 491e Pág. 265
6 Íbid.
7 Íbid., 498b Págs. 273 y 274
8 Íbid., 466e Págs. 235 y 236
9 FOUCAULT, M. op. cit., Pág. 5
10 Íbid.
11 PLATÓN, op. cit., 457b-c, Pág. 222
12Íbid. 416b Pág. 174
13 FOUCAULT, M. op. cit., Pág 3

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (introducción)

INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es analizar cuál es la concepción que tienen Platón y Michel Foucault acerca de la educación. Estos dos filósofos, ambos europeos pero separados en el tiempo cerca de 2500 años tratan en su obra el tema de la educación desde perspectivas muy distintas.
La importancia de este estudio en parte radica en lo diferentes que son los autores: si bien Platón vivió en la Grecia clásica del siglo V a. C.; Foucault, expresó sus ideas en la Francia del siglo pasado. Llama mucho la atención, la manera tan particular que tiene cada uno de los dos filósofos de enfocar el tema: Platón relaciona la educación con la antropología, con la metafísica y el saber universal; y Foucault trata la misma cuestión desde un punto de vista más sociológico (relacionándola con el poder), atacando y buscando defectos del sistema establecido en el momento. Se debe remarcar también que los dos autores han constituído una base para sus sucesores: Platón ha pasado a la Historia como uno de los primeros pensadores e intelectuales del mundo occidental y Foucault, de una manera más modesta, ha ejercido también una gran influencia en corrientes y estudios más recientes. Aunque ambos filósofos le dan mucha importancia a este tema y es interesante observar sus diferencias y los puntos comunes que comparten, también cabe remarcar que el estudio de Platón abarca la mayoría de campos de la Filosofía, mientras que gran parte de la obra del filósofo francés se centra el la política. Las obras que se emplearán para este estudio serán “La República o el Estado” de Platón y “Las redes del poder” de Foucault.
Por otra parte, considero que este estudio también es trascendente porque el tema a analizar, la educación, constituye un elemento imprescindible en toda sociedad. La política está además muy ligada a la educación; estamos hablando de la formación de aquellos individuos que en un futuro constituirán el motor de la sociedad en cuestión; por eso dependiendo de qué tipo de sistema se desee tener, la educación de los individuos se llevará a cabo de una forma u otra; y viceversa, también podemos determinar que, en función de los individuos que queramos formar, la sociedad será de una manera concreta o de otra completamente distinta.
El cuerpo del trabajo se divide en tres partes: para comenzar, se trata la postura de ambos filósofos con respecto a lo que significa la educación para el individuo particular. Platón afirma que se trata de una liberación, puesto que el conocimiento hace que el hombre quede desligado de las convenciones de los ignorantes y llegue a un nivel de experiencia superior; y Foucault alega que el individuo pierde su libertad al quedar sometido a los rigurosos controles establecidos por las instituciones educativas. La segunda parte hace referencia a la intención de los autores al tratar el tema de la educación: así como Platón está realizando un proyecto de Estado ideal en el que se tiene muy en cuenta la educación de los individuos que participan en él, Foucault realiza una crítica a un sistema ya existente (el propio de la Europa del siglo XX) lo relaciona con la política, y en concreto con los grupos que ejercen el poder. Y en la última parte, íntimamente relacionada con la anterior, se trata la idea que comparten ambos filósofos de que la educación sirve para mantener un sistema político. Platón emplea esta premisa para construír su modelo de sociedad perfecta, y Foucault denuncia el control de la educación por parte de unos pocos que logran así mantener su situación de poder sobre el resto de la sociedad.

MONOGRAFÍA: LA CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN PLATÓN Y FOUCAULT (resumen)

RESUMEN
El siguiente trabajo tiene como objetivo analizar la concepción de la educación en “La República o el Estado” de Platón y en “Las Redes del Poder” de Michel Foucault. La importancia del trabajo reside en parte en la trascendencia de los dos filósofos (Platón, uno de los primeros intelectuales del mundo occidental; y Foucault, un filósofo que de forma algo más modesta ha ejercido también una gran influencia en corrientes posteriores), y en lo vital que resulta este tema para la creación, conservación o destrucción de cualquier sociedad. Por medio de la educación de aquellos individuos que en el futuro constituirán y dirigirán el Estado se puede delimitar también un tipo de estructura social y política.
La cuestión que propongo es cómo tratan el tema de la educación estos dos pensadores tan relevantes. A pesar de estar tan alejados temporal y culturalmente ¿Hay planteamientos similares a su propuesta acerca de la educación? ¿Son sus teorías absolutamente irreconciliables?
Tras analizar las ideas de cada uno se puede observar que a grandes rasgos hablamos de dos propuestas muy distintas, pero que comparten ciertos detalles más particulares. Entre las grandes diferencias podemos destacar las consecuencias que tiene la educación sobre el individuo: según Platón la educación implica una liberación por la cual el hombre puede desenvolverse mejor por sí mismo, mientras que Foucault cree que la educación significa la alienación del individuo provocada por el control excesivo de las instituciones educativas. Otra gran diferencia está constituida por el enfoque con el que los dos filósofos tratan el tema: Platón da las directrices a seguir para alcanzar una educación perfecta con la que construir un Estado ideal; y Michel Foucault tiene como objetivo analizar un sistema educativo vigente en su tiempo (el siglo XX) y realizar una crítica en la que denuncia los problemas del mismo, pero sin dar alternativas posibles. Incluso se puede añadir que la educación que critíca Foucault es el modelo planteado por Platón que ha sido desarrollado por pensadores posteriores. Ambas teorías parten de la misma base: la educación puede ser empleada para mantener un sistema político; y tienen en cuenta el control que se ejerce sobre los educandos, ya sea este respaldado (por Platón) o denunciado (por Foucault).

domingo, 18 de septiembre de 2011

Cenas, como en Madrid

  Tengo muchas ganas de que nos vayamos tú y yo de camping por ahí, a lo cutre. Aunque no será tan cutre porque todo el mundo sabe que los campings de Europa están mucho mejor cuidados que los de aquí. La lista de cosas para hacer es larga, pero apetece todo:

Tengo ganas de que hagamos vivac en la Selva Negra, de que crucemos los puentes de Venecia y de que visitemos juntos Villa Rotonda. Cada uno con sus inquietudes, pero se comparten: el centro de Amsterdam, Vicenza y la catedral de Albi.

Tengo ganas de viajar contigo en avión, de que carguemos con unos cuantos bultos y que llevemos la etiqueta de "turistas" en la frente. Tú mandas en Berlín, pero yo te llevo por Montpellier. También quiero tomar cerveza en una calle empedrada al norte de aquí; quiero que veamos puestas de sol que dejan noqueado al insensible más bruto; quiero pasear, callejear, recorrer avenidas, parques y museos... juntos.

Habremos alquilado unas bicis para ir por Amsterdam, y también por Florencia, y saldrás en mis acuarelas de las tardes de Venecia. Traeremos la maleta llena de carretes usados para revelar, y habré escrito un cuaderno de viaje que contará cómo te tiró aquel señor francés el helado por la cabeza.

Llevaremos gafas de sol, y los trayectos en tren se nos harán cortos. Y nos haremos los locos extranjeros que no se enteran de nada para reírnos un rato. Y por hacer las tonterías a nuestra manera brindaremos con Gintonic en las góndolas.

"¡Levántate ya, que el vuelo sale en tres horas, y a Barajas no se llega en 10 minutos!" No me gusta madrugar, pero sabiendo que el viaje incluye pizzas para cenar sentados en el granito claro de las plazuelas (como aquellas cenas que nos tomamos en Madrid) me levanto.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Cartas baratas

Se ha sentado en su escritorio, tiene los sobres abiertos, los papeles desperdigados y bolígrafos por todas partes. Nota la emoción de estar haciendo algo distinto, pero a la vez, parece que estuviera rememorando cosas de un pasado no tan lejano. Y por la ventana se ve la sombra del Madrid que le dice adiós al verano. Todavía hace calor, y los toldos amarillos están bajados, por lo que la habitación tiene una luz mágica...

Y sabe perfectamente como empezar la carta y sabe también cuánta ilusión le hará recibirla. Se esmera en la letra, aunque eso sea lo de menos. Ha puesto música bajita para evocar momentos y recordarla. Sonríe para sí y cierra el sobre.

Coje sus cosas y sale por la puerta, no sin antes ir por el dormitorio y pasar un rato mirándola sin que ella se despierte. Baja las escaleras y busca los buzones. ¡Qué alegría comentar la tontería a la hora de la cena!